En el curso 2007-08 con motivo de las clases sobre la historia de la música en Alcoy, que se impartieron a los alumnos de la Sénior, surgió la idea de formar un coro, a Àngel Lluís le pareció bien esta proposición y aceptó. Nos presentamos un grupo de “entusiastas”. Acordamos los días de ensayo y el horario y así, sin ninguna idea musical pero con una ilusión enorme, empezamos nuestra andadura coral.
Debió ser descorazonador para Àngel el oírnos cantar por primera vez el Dona Nobis Pacem, sonábamos como una manada de grajos, porque después de unas semanas de ensayos, viendo lo poco que dábamos de sí, nuestro profesor vio la conveniencia de que iniciáramos el aprendizaje del lenguaje musical, como único medio de mejorar y progresar. Nos pareció bien la idea, pues eso era lo que queríamos, y comenzamos con el solfeo que a todos nos ilusionaba, pero que a estas alturas no se está tan receptivo para algo que desconocíamos por completo. A pesar de la dificultad va siendo gratificante el oírnos cantar las notas aunque, a veces, solo sea un: si, la, sa, fu. Sin embargo si algo ha tenido de bueno esta enseñanza es la unión, la camaradería y el buen ambiente que se ha formado en el grupo. Es algo que ha surgido espontáneamente y que va creciendo día a día. Disfrutamos en las clases, en las convivencias, en los conciertos a los que asistimos… se nos ha abierto un mundo nuevo.
En este tiempo en el que solo tienen cabida los jóvenes, nuestro director no solo no nos ha dejado “aparcados”, sino que ha tenido el coraje y la valentía de intentar sacar lo mejor del grupo; esto me hace pensar que lo que parecía un objetivo sin futuro, ha sido un gran acierto. Deseo que esto dure el mayor tiempo posible porque nos hace mantener la ilusión y no hay nada mejor que tener metas en la vida, hace que nos sintamos vivos y podamos pensar, todavía, en futuro.
Gracias Àngel Lluís por tu tacto y habilidad en tu trato con todos, siempre tendrás nuestra admiración y agradecimiento.
[fotos: Rafael Silvestre]
Debió ser descorazonador para Àngel el oírnos cantar por primera vez el Dona Nobis Pacem, sonábamos como una manada de grajos, porque después de unas semanas de ensayos, viendo lo poco que dábamos de sí, nuestro profesor vio la conveniencia de que iniciáramos el aprendizaje del lenguaje musical, como único medio de mejorar y progresar. Nos pareció bien la idea, pues eso era lo que queríamos, y comenzamos con el solfeo que a todos nos ilusionaba, pero que a estas alturas no se está tan receptivo para algo que desconocíamos por completo. A pesar de la dificultad va siendo gratificante el oírnos cantar las notas aunque, a veces, solo sea un: si, la, sa, fu. Sin embargo si algo ha tenido de bueno esta enseñanza es la unión, la camaradería y el buen ambiente que se ha formado en el grupo. Es algo que ha surgido espontáneamente y que va creciendo día a día. Disfrutamos en las clases, en las convivencias, en los conciertos a los que asistimos… se nos ha abierto un mundo nuevo.
En este tiempo en el que solo tienen cabida los jóvenes, nuestro director no solo no nos ha dejado “aparcados”, sino que ha tenido el coraje y la valentía de intentar sacar lo mejor del grupo; esto me hace pensar que lo que parecía un objetivo sin futuro, ha sido un gran acierto. Deseo que esto dure el mayor tiempo posible porque nos hace mantener la ilusión y no hay nada mejor que tener metas en la vida, hace que nos sintamos vivos y podamos pensar, todavía, en futuro.
Gracias Àngel Lluís por tu tacto y habilidad en tu trato con todos, siempre tendrás nuestra admiración y agradecimiento.
[fotos: Rafael Silvestre]