jueves, 21 de julio de 2011

Laudes


Por Paco Pascual

Estrenar día es algo que a mi me emociona desde hace mucho tiempo y el amanecer en Montserrat fue muy especial.

La breve tormenta de la noche pasada había dejado un ambiente fresco y limpio que percibí nada más salir de la hospedería para dirigirme a la basílica, donde a las siete y media, como ya estaban anunciando las campanas, se cantarían LAUDES. La sensación de grandeza de aquel amanecer iba creciendo con el sonido de las campanas, el olor de la tierra mojada, el tímido sol que iba bañando el impresionante paisaje que tenía a mí alrededor, el reflejo del cielo en los charcos que la lluvia había formado en el precioso pavimento del patio interior de la basílica… Cuando los monjes comenzaron a cantar se me formó un nudo en la garganta. En la medida que iba interiorizando que estábamos dando gracias por el nuevo día que comenzaba y por todo lo que él ya ofrecía y nos ofrecería, la emoción iba en aumento. Está llegó al máximo en el momento del canto del Pare Nostre, no tanto por lo que se decía, si no por como se decía. Cada uno, a nuestra manera, estábamos estrenando día.

[foto: Paco Pascual]

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