Faltan dos días para que se realice algo con lo que no contábamos nadie que pasaría: cantar en el Auditorio de Alboraya. A mí, personalmente, me parece muy importante lo que vamos a hacer, es el resultado de ir subiendo peldaños muy pequeños en una escalera interminable. Aprender música y cantar es controlar tus cinco sentidos a la vez:
La vista; no dejar de mirar al profesor y saber la partitura.
El oído; oír a tus compañeros en los ensayos y corregir tus defectos hasta oír una armonía perfecta.
El tacto; necesitamos el masaje previo en las clases, y como no, cuando vamos a salir a cantar en Navidad o en fin de curso.
El olfato; yo diría que es natural que este tranquila, cuando están todos cerca de mi, ¡todo el equipo me da paz!
El gusto; aquí pondría lo principal, controlar la voz, concentrarse, saber la importancia de lo que vamos a hacer y con los cinco sentidos también poner el corazón.
Esto es lo que pasa por mi mente y lo que deseo conseguir cuando aun faltan dos días. (Prometo escribir después del viaje).
No sé como empezar, pero lo haré diciendo que me dejé aquí por lo menos dos sentidos, y no por eso estoy triste, una cosa es lo que se desea y otra el resultado. Se notaba que era principiante, el Auditorio, las luces, la gente tantas butacas, estaba un poco aturdida, cantando quería estar en segunda fila, pero los escalones eran tan altos, que se me veía hasta la cintura, eso ya me impactó, pues yo quería pasar desapercibida y no podía, pero todo eso dejo de tener importancia, cuando empecé a hablar con otros alumnos de Mallorca y de Valencia, me sentí tan arropada con personas que no conocía, que ya no pensaba en nada, solo quería no defraudar a nadie, lo hice lo mejor que pude, (no que supe) me emocioné mucho en la ultima canción que nos unimos todos, ¡éramos uno! No podéis imaginar lo que sentí al estar en un sitio que solo en sueños me podía pertenecer… y era realidad.
¡¡¡Gracias a quien me proporciona estos momentos!!!
[foto: Rafael Silvestre]
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