miércoles, 9 de julio de 2014

Madurez

Por Chelo Payá

La vida es bellísima y solo cuando se nos escapa es cuando queremos recuperar el tiempo perdido. Las cosas que anteriormente hemos desperdiciado, ahora, las recogeríamos como tesoros.

Lejanía  [foto: Paco Pascual]
Me contaron que una vez había una persona ciega que andaba por la calle con su bastón. En la acera pusieron un cofre con un tesoro, levantaron la tapa y las monedas de oro y las piedras preciosas relucían como el sol. El ciego pasó por su lado sin detenerse, no sabía que estaba allí, no lo veía. Eso mismo puede pasarnos en nuestra vida. Andamos por ella como ciegos, sin dar ninguna importancia a lo que verdaderamente la tiene: levantarnos cada día y poder ver el amanecer, mirarnos en un espejo y reconocernos, que tengamos una persona que desee nuestra compañía, ser capaces de hacer sonreír a los que nos rodean. Enumeraría más pero…, todas estas cosas nos resultan tan comunes que creemos que son ordinarias, que nos pertenecen, sin pensar, ni un solo momento, que son extraordinarias y que cuando menos lo esperemos pueden desaparecer. Solo por eso tendríamos que sonreír, vivir felices y no estar ciegos ante nuestra propia vida.

Esta noche pensaba en mi vida y la comparaba con la canal de una terraza, que lleva el agua hasta la calle y que cuando se obstruye, porque se han acumulado hierbas, arena y alguna piedra, hay que quitarlas y limpiar sin demora, para que el agua de la lluvia vuelva a fluir rápido y no perjudique nada. Estoy recordando y recopilando pensamiento, hechos, acciones…, vida ya pasada y, como creo que a todos, hay cosas que me enorgullecen y otras que me hunden en una tristeza grande, tanto que me gustaría poder volver al pasado para no hacerlas. Por eso, en la medida que pueda, ahora iré quitando esas hierbas, esos obstáculos que están tan arraigados. Si tras el intento no lo lograse, trataré de no acumular nada más para que, al terminar mí recorrido, mi canal este más limpio.

No se el porqué, pero en mi cabeza solo hay reflexiones que hacen que quiera mejorar, aunque me cueste conseguirlo. ¿Serán las personas que me rodean? ¿Será que es una necesidad interior sin la cual ya no tengo vida? ¿Será que hasta que no he mirado con los ojos del alma no veía? También puede ser que me diese miedo ver que no avanzaba y las escondiese. No lo sé. Lo que si sé es que desde que las escribo las puedo mirar de frente.

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