Hoy he estado con todos mis hijos, nuera y yernos incluidos, en una celebración y me he dado cuenta que ya no aprenden ellos de mi —o igual sí—, sino lo contrario. Estar con ellos en plan coloquial, tranquilo, es todo un mundo para explorar, se aprende como van cambiando las generaciones y cómo nos enseñan a vivir de manera diferente.
Sin casi darse cuenta hablan de su niñez, de todos sus sinsabores, de sus alegrías, de todo lo vivido juntos, de la íntima comunión que hay entre hermanos, y me hace muy feliz notar que no se ha engendrado ningún rencor, ninguna incomodidad, todo es equilibrio entre ellos. Y es de esto de lo que hoy estoy reflexionando, de que si trabajan la cordialidad cada uno en su casa, al final, como en la música, habrá una armonía perfecta.
Vigía [foto: Paco Pascual] |
Fue un tarde deliciosa. Me dieron una lección de vida, cada uno idéntico a cómo eran de pequeños. Me hicieron saborear todo lo bueno en mí y, con el paso de los años, me están demostrando lo que yo siempre he dicho, que son mis tres obras maestras, lo mejor que he tenido en el mundo.
Estoy leyéndote y me cuesta mucho pensar que ya no estás con nosotros. Aunque eso es imposible, formas parte de nuestra vida...
ResponderEliminar!Te queremos!.