Ya estamos otra vez conectados, esto se está haciendo crónico.
¡Me gusta lo del blog!... porque estoy en casa y puedo escribir para todos vosotros. Tengo cosas en mi cabeza y me da la sensación que, con solo pensarlas, os hago partícipes a todos.
Hoy ha sido el último día de clase -vacaciones de Navidad- y como todos los años desde que está el coro, hacemos un pequeño concierto. Están acompañándonos: profesores, compañeros, amigos, familiares. Es un deleite el antes y el después.
El antes: preparativos, nervios, incertidumbre, ilusión; querer hacerlo bien, creer que el tiempo se nos escapa, que se acelera…
El después: es en el momento de comenzar. Todo pasa casi sin darte cuenta, quieres detenerlo y no puedes, porque ya te gusta estar ahí y es lo mejor de la vida, que lo que te preocupa o te complace no es eterno, simplemente pasa.
Después de este después, nos hemos ido a tomar una cerveza (esa era la idea, pero al final hemos cenado); una escusa para estar juntos una hora más. Como esta vez no estaba preparado no hemos podido estar todos; una lástima porque, aunque el ambiente era de alegría, había un halo de tristeza.
Cuando hemos terminado, al despedirnos, a todos nos brillaban los ojos de una manera especial; no me refiero a querer llorar, era diferente, era un brillo de emoción; nos queríamos transmitir y desear, con la mirada, lo que sentía el corazón: UNA FELIZ NAVIDAD Y UN FELIZ 2012.
[foto: Rafael Silvestre]
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