Por Tere López
Tere López (derecha) junto a Rosa Tormo [foto: Rafa Silvestre] |
Pero… ¡aquí estoy! Empieza la clase y, con el entusiasmo que él tiene por los grandes maestros, nos va metiendo poco a poco en su mundo.
Yo lo miro y pienso:
—Este chico tan joven y melenudo me está enseñando a comprender mejor la música.
Lo voy escuchando y me dejo llevar por sus explicaciones y por los fragmentos de las grandes obras clásicas con los que va ilustrando las mismas.
No sé si es el sitio donde estamos o el silencio de todos los de la clase o el estado de ánimo en el que me encuentro o la forma de transmitir lo que él siente, que la música me está llegando al alma.
Van oyéndose las diferentes obras musicales (creo que se escuchan en toda la cuarta planta de la universidad, porque el volumen de sonido es alto), y pienso que esta es una de las mejores formas de enseñarnos.
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