sábado, 3 de agosto de 2013

Una mágica noche de verano

Por Chelín Payá

Tere i Joaquín, els amfitrions de la vetllada  
[foto: Rafa Silvestre]
Otra vez merienda-cena, pero nada de una cena de sobaquillo, “era una boda”, con la ventaja que en la mesa que me sentaba la compañía era excelente. No faltaba de nada, la comida deliciosa, los anfitriones perfectos, el ambiente ideal, el lugar precioso y, otra vez, una noche mágica. ¡Si!, nuestro mago favorito nos volvió a deleitar con una velada inolvidable y seguí siendo, junto con dos “personitas” más, la que iba haciendo lo que “él” me pedía.

Como la primera vez sentí la ilusión en mi corazón. Estaba pendiente, inquieta, emocionada. Quise cambiar de carta pero el “as de oros” me persiguió toda la noche; si he de ser sincera cambié, pero sin convicción. No pensaré nunca que hay una carta mejor y más bonita que esta.

No se si me excedí con “tonterías”, pero estaba eufórica y quería que, como yo lo estaba pasando tan bien, contagiar a todos los allí reunidos.

Gracias por hacerme comprender que la felicidad existe, aunque sean momentos breves.

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