Atalaya [foto: Paco Pascual] |
Hoy he tenido la suerte de ir a Villajoyosa y a Benidorm, y digo suerte porque pensaba que ya no iría. Todo sigue precioso. He mirado el mar con fascinación pero también con el respeto impresionante que el mismo me produce. Cuando era pequeña me gustaba deleitarme mirándolo, tanto si estaba tranquilo como si estaba embravecido. Es majestuoso y sublime. Estoy con los ojos cerrados y sigo viéndolo. Me he despedido de él con una mirada nostálgica por si no lo vuelvo a ver. Todo lo que hoy he vivido lo llevaré siempre en mi corazón.
Mi vida, ahora, se centra en un círculo muy reducido y muy concreto, pero no lo lamento. Todos los que me rodean y están a mi lado han embellecido mi vida, transformando mi existencia como no podía imaginar, aunque yo sigo con mis dudas y mis tonterías que no son importantes para nadie, solo son…, mías. Y aún así, y aunque parezca una contradicción, es una de las épocas más intensas de mi vida, porque ni un solo segundo pasa sin ser vivido.
Cada día pienso más en los demás y a la vez en mí, y no debo exigir a nadie que salte el listón que yo no tenga superado. Como siempre termino diciendo que el esfuerzo particular no nos gusta y seguimos tal como somos.
“Si uno no se implica, lo que sucede es culpa suya”. Esta frase no se si la he leído o si la he escuchado, pero como la tenía escrita en una libreta y me gusta tanto, he querido escribirla.
Comienzo con mis “cosas” y termino como un predicador, que no es que sea malo, pero no era esa mi intención, ¡de verdad!