lunes, 29 de septiembre de 2014

Un viaje más

Por Chelo Payá

Atalaya  [foto: Paco Pascual]
Hoy he tenido la suerte de ir a Villajoyosa y a Benidorm, y digo suerte porque pensaba que ya no iría. Todo sigue precioso. He mirado el mar con fascinación pero también con el respeto impresionante que el mismo me produce. Cuando era pequeña me gustaba deleitarme mirándolo, tanto si estaba tranquilo como si estaba embravecido. Es majestuoso y sublime. Estoy con los ojos cerrados y sigo viéndolo. Me he despedido de él con una mirada nostálgica por si no lo vuelvo a ver. Todo lo que hoy he vivido lo llevaré siempre en mi corazón.

Mi vida, ahora, se centra en un círculo muy reducido y muy concreto, pero no lo lamento. Todos los que me rodean y están a mi lado han embellecido mi vida, transformando mi existencia como no podía imaginar, aunque yo sigo con mis dudas y mis tonterías que no son importantes para nadie, solo son…, mías. Y aún así, y aunque parezca una contradicción, es una de las épocas más intensas de mi vida, porque ni un solo segundo pasa sin ser vivido.

Cada día pienso más en los demás y a  la vez en mí, y no debo exigir a nadie que salte el listón que yo no tenga superado. Como siempre termino diciendo que el esfuerzo particular no nos gusta y seguimos tal como somos.

“Si uno no se implica, lo que sucede es culpa suya”. Esta frase no se si la he leído o si la he escuchado, pero como la tenía escrita en una libreta y me gusta tanto, he querido escribirla.

Comienzo con mis “cosas” y termino como un predicador, que no es que sea malo, pero no era esa mi intención, ¡de verdad!

sábado, 20 de septiembre de 2014

Renacer

Por Chelo Payá

Ya va pasando esa tristeza que sentía. Es verdad que el tiempo todo lo cura.

Es domingo por la tarde, estoy en casa y no puedo llegar a todas las cosas que me gustaría hacer, pero ya no me inquieta, me estoy enseñando a ir haciéndolas de una en una. Oyendo música reflexiono que las cosas que van llegando a tu vida, que en principio crees que son negativas y te agobian, si dejas pasar un tiempo asimilas que eran para bien, y ya no las ves tan graves.

Hacia tiempo que no escribía nada. He convivido con una situación que ahora llaman una “crisis interior”, y también con una “exterior”, lo que me ha servido mucho para  frenar en todo y  pensar que todo tiene solución. Mi cuerpo esta librando una guerra sin cuartel. Los ataques dirigidos a él son muy repetitivos, pero lo voy superando. Me han llegado a decir que soy como una roca, que tengo una “mala salud” de hierro.

Curiosidad  [foto: Paco Pascual]
Estos días que no salía de casa me he metido más, si cabe, dentro de mi y he pensado en cosas que al parecer no tienen importancia, pero que, al acoplarlas a mi persona, si son importantes. En las costas los faros están en sitios peligrosos, muy estratégicos, siendo su misión alumbrar, no deslumbrar. Si esa misión de los faros la trasladamos a nosotros mismos descubrimos que nos gusta más deslumbrar, porque creemos que así se nos valora más y se nos tiene en mayor consideración. Alumbrar supone un esfuerzo, ya que servir de  guía a los demás no es fácil, por la cantidad de fallos que encontramos en nosotros si, con sinceridad, nos examinamos con el mismo interés con que miramos a los demás. 

jueves, 11 de septiembre de 2014

Música + Natura

Por Chelo Payá

Hoy hemos tenido la convivencia del coro en la Font Roja y como los años  anteriores ha sido muy gratificante. Este año ha tenido una particularidad respecto a los anteriores ya que la comida no era en el restaurante, era al aire libre, preparada con un gusto exquisito y una dedicación única por un grupo de compañeras. Deliciosa.

La foto colectiva, dentro del ritual de estos días de convivencia, ha marcado el inicio.  En la clase, que siempre está relacionada con el destino del viaje cultural, se ha hablado de Cuenca y Albarracín. El viaje será precioso a juzgar por lo que hemos oído y por las preciosas diapositivas. Ya me lo contarán al regreso pues este año tampoco voy a ir.

El tiempo (lo normal en estas fechas) nos ha jugado una mala pasada, ¡terminaba de llover!, y hemos tenido que elegir la segunda opción prevista para ir a comer: La Sarga. Pienso que ha sido mejor, porque no nos imagino  cantando a pleno pulmón en medio del campo.

Cada vez estamos más juntos, y se aprenden cosas si estamos receptivos ¡todo es para bien!

Si pudiera verme como era antes de…, y como soy ahora, estaría dando gracias todo el tiempo; me han enseñado a escuchar y a poder decir lo que siento, ¡se que me comprenden! En el Coro no solo cantamos, vivimos cada día cada uno como es.

lunes, 1 de septiembre de 2014

Empezar

Por  Chelo Payá

Cada situación es distinta, y cada pareja decide engendrar a sus hijos con ideas diferentes. Puede que se haga queriendo; puede ser que sea sin darse cuenta; puede ser buscado y deseado en cada segundo. Yo, cuando pienso en esto desearía que siempre fuera por amor, porque eso se percibe durante toda la vida. He empezado este tema porque yo sé el porqué de la venida al mundo de una niña.

Era una casa de trabajadores en la posguerra, y los padres  que ya tenían un hijo, nacido en tiempo de guerra, ¡no querían más! No estaban los tiempos para muchos hijos, pero… ¿…?. Una hermana de la madre tuvo una niña y a partir de ahí se le encendió la lucecita del “por qué no”, y comenzó con la cantinela:
— ¡Pepe, yo quiero una niña como la de mi hermana!
Otro día:
— ¡Pepe, yo quiero una niña como la de mi hermana!
Y así un día tras otro, todos los días la misma canción, hasta que Pepe dijo:
— ¡Ahí tienes la niña!

La niña se retraso dos años y medio en llegar y el padre, cuando ya la niña era mayor, le decía que fueron los mejores que había pasado.

Vino al mundo para alegrar a todos. Era una niña muy familiar, cariñosa, alegre; el hermano, diez años mayor que ella, la adoraba y ahora, que ya han pasado muchos años, lo sigue haciendo.

Los padres cuando hablaban de ella siempre decían:
— La meua Chelín.
— La meua chateta.
Clarear  [foto: Paco Pascual]
Siempre “suya” y, aunque hace más de veinte años que no están en el mundo, esa niña se sigue sintiendo suya.

Durante la infancia fue muy feliz. Fue una infancia perfecta, solo recibía amor y esto la marco para toda la vida, por eso la recordará con ilusión y añoranza mientras viva.  Siempre estará en su corazón.

Cuando era pequeña le gustaba parecerse a su padre; de jovencita era su vivo retrato y eso la hacía muy feliz. Ahora, de mayor, se parece más a su madre, todos los que la conocieron la ven igual que ella, y también la hace muy feliz. Ha pasado la vida pareciéndose a los dos  y para ella es un orgullo.

Supongo que cuando muera regresaré al mismo sitio en el que estaba antes de nacer.