sábado, 20 de septiembre de 2014

Renacer

Por Chelo Payá

Ya va pasando esa tristeza que sentía. Es verdad que el tiempo todo lo cura.

Es domingo por la tarde, estoy en casa y no puedo llegar a todas las cosas que me gustaría hacer, pero ya no me inquieta, me estoy enseñando a ir haciéndolas de una en una. Oyendo música reflexiono que las cosas que van llegando a tu vida, que en principio crees que son negativas y te agobian, si dejas pasar un tiempo asimilas que eran para bien, y ya no las ves tan graves.

Hacia tiempo que no escribía nada. He convivido con una situación que ahora llaman una “crisis interior”, y también con una “exterior”, lo que me ha servido mucho para  frenar en todo y  pensar que todo tiene solución. Mi cuerpo esta librando una guerra sin cuartel. Los ataques dirigidos a él son muy repetitivos, pero lo voy superando. Me han llegado a decir que soy como una roca, que tengo una “mala salud” de hierro.

Curiosidad  [foto: Paco Pascual]
Estos días que no salía de casa me he metido más, si cabe, dentro de mi y he pensado en cosas que al parecer no tienen importancia, pero que, al acoplarlas a mi persona, si son importantes. En las costas los faros están en sitios peligrosos, muy estratégicos, siendo su misión alumbrar, no deslumbrar. Si esa misión de los faros la trasladamos a nosotros mismos descubrimos que nos gusta más deslumbrar, porque creemos que así se nos valora más y se nos tiene en mayor consideración. Alumbrar supone un esfuerzo, ya que servir de  guía a los demás no es fácil, por la cantidad de fallos que encontramos en nosotros si, con sinceridad, nos examinamos con el mismo interés con que miramos a los demás. 

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