Por Chelo Payá
Estoy retrocediendo en todo lo que he ido afirmando.
Multicolor [foto: Paco Pascual] |
Hoy tengo una soledad y una tristeza inmensas, en mi cuerpo y en mi alma. Se me nubla todo, no sé qué hacer; mi cabeza solo piensa en lo que voy a abandonar y ya no tendré más; toda la vida ha estado conmigo y aunque mi figura, por la edad, cambie a menos, nunca pensé que la mutilarían. ¡Me da miedo!, ese miedo frio que atenaza todas las articulaciones de mi persona.
Estoy en el hospital donde me están haciendo pruebas y no sé de dónde sacar fuerzas, no sé cómo aferrarme a la vida para que todos me vean igual como he sido siempre; si me desmorono me llevo por delante a mis hijos y a cantidad de personas, pero la verdad es que no puedo más, estoy al límite.
Estos días prefiero estar sola, solo así puedo llorar y hay muchos momentos que lo necesito. Me están poniendo a prueba y ahora, y solo ahora, sé que hay súper-personas y otras que somos más débiles. Reflexionando me doy cuenta de cómo soy y no sé qué opción escoger, la de seguir afrontándolo todo o la de meter la cabeza en mi caparazón y no sacarla ni para lo bueno ni para lo malo.
En la vida, si las cosas te vienen de improviso como a mí ahora, es casi mejor, porque aunque parezcamos fuertes retrocedemos siempre ante el sufrimiento. Y doy gracias por ser yo la que estoy en esta situación y no mis hijos y nietos, porque seguro que estaría en peores condiciones.
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