viernes, 28 de febrero de 2014

"Desastres de la guerra"

Por Chelo Payá

Batalla de Castalla (21 de julio de 1812)
Cuando comencé a escribir en el blog relataba viajes, comidas…, ahora ya estoy abriendo mi corazón.

La guerra es uno de los cuatro jinetes del Apocalipsis y hoy, a través de la música, lo he sentido en mi alma.

El concierto de la "Música Vella" estaba estructurado en tres bloques: palabra, imagen y música. Las narraciones definían el porqué nos empecinamos en ser más que los otros, en querer dominar, y lo único que conseguimos es que la historia nos ubique en el lugar no deseado.

Una película que nos gusta la recordamos con nostalgia. De este concierto recordaremos las imágenes atroces de las personas mutiladas, del horror, de la angustia y la impotencia de sus rostros al ver que la vida se escapa... y desear el final, para terminar con el sufrimiento que consume el cuerpo.

Cada una de las composiciones musicales nos ofrecía su historia. En una se apreciaban los lamentos de cuando ya se da todo por perdido. También, el paso militar, duro, monótono, firme, agobiante, imperturbable, seguro. En otra sentía cercanía, por estar mi sangre más conectada al tratarse  de una guerra próxima. En la última, como en todo, el sucumbir, con silencios que determinaban la muerte, la extinción de las personas en masa, la destrucción del ser humano, el desgarro de las vidas,  de las almas… EL FINAL.

miércoles, 26 de febrero de 2014

Sensaciones ("Desastres de la guerra")

Por Tere López

Cartel del concierto "Desastres de la guerra"
de la Corporación Musical  Primitiva
original de Auxi Martínez
Cuando se juntan el trabajo y la sensibilidad se nos ofrece un gran espectáculo, como el de hoy en el Teatro Calderón.

Todos esos grandes músicos, chicos y chicas, pendientes de la batuta de su maestro y tocando sus instrumentos como lo hacían, nos llevaron no solo a escucharles si no ha hacernos soñar y recordar muchas cosas de nuestra vida. Sé que para que esto ocurriese habrán invertido muchas horas de estudio y mucha comprensión por parte de todos.

Y lo consiguieron, llegaron con la música a lo más íntimo que tenemos: nuestro espíritu.

La presencia de Juli Mira, con su gran voz, fue un acierto. La forma tan magnífica de leyó los textos de José Luís Santonja, escritos ex profeso para este concierto, contribuyó al excelente ambiente que se creo en la sala.

De Àngel Lluís qué decir. Observándolo y sabiendo de lo gran músico y maestro que es, intuyo que está en su mejor momento, tanto musical como personal, para seguir con todo el trabajo que desarrolla para y por la música. También me he dado cuenta de lo afortunado que es pues siempre le acompañan esas “dos notas musicales” que son lo mejor y más sublime de la vida: su querida mujer y su querido hijo.

jueves, 20 de febrero de 2014

Soledad

Por Chelo Payá

Horizonte  [foto: Paco Pascual]
Hoy miro el papel como a un amigo al que necesito decirle cosas que alberga mi corazón. Es el único que me entiende, que no me pide explicaciones y con el que me tranquilizo, porque aunque haga borrones, lo raye, lo arrugue, lo rompa…, sigo escribiendo y el me mira fascinado, sin defraudarme.

Cada día mis paseos se reducen, y pienso que aunque no vea las cosas que antes me hacían soñar, ellas siguen estando en el mismo sitio, continúan siendo importantes para muchas personas, y solo si reflexionas te das cuenta de que es tu vida la que cambia, lo demás no.

Nuestra vida es como una motita de polvo en el mundo que sólo es significativa para los que viven a nuestro alrededor, el resto no la perciben.

Cuando creo que comienzo a entender la vida me doy cuenta de mi soledad, y en el fondo de mi ser siento que lo más trascendente lo he hecho y lo haré sola: el momento de nacer y el momento de morir. En el primero mi madre de ayudo, y sé que lo hará en el segundo.

No estoy triste, solo pensativa, y necesito decir lo que siento.

Veo un horizonte precioso y me gusta recrearme el él. Sueño que voy corriendo para alcanzarlo aunque se que la meta es difícil, porque  siempre hay otro que me deslumbra y me atrae, y al que… ¡tampoco lograré alcanzar!

Aun así, no dejaré de soñar y de correr.

jueves, 6 de febrero de 2014

Lectura

Por Chelo Payá*

Humildad  [foto: Paco Pascual]
Son las diez de la noche y tengo que decir que hoy, en el taller de lectura, me he desmoronado. No podía dejar de llorar, es más, ahora estoy escribiendo y sigo haciéndolo. Todos mis compañeros han sido testigos que, también, se puede llorar de emoción. Para las lágrimas no hace falta ni la tristeza, ni los desengaños, ni el dolor físico… Me ha traicionado mi sensibilidad.

Estoy recordando y han sido un cúmulo de cosas: las lecturas, la música adecuada a cada una de ellas, las voces…, los silencios, el ambiente, la conexión que se ha logrado entre todos nosotros.

Estaba como si estuviese descubriendo la novena maravilla del mundo y no sabía como dar las gracias, ni a quien, por permitirme estar allí viendo flotar en el aire: la poesía.

¿Cómo pueden fluir de mis ojos tantas lágrimas y ser feliz?

¿Cómo se pueden vivir tantos años sin probar el alimento del alma?

Me lo pregunto y ya creo que se la respuesta: estas lágrimas dulces (no producidas por el dolor) las tenía guardadas para momentos como los de hoy.

He vivido muchos años alimentando mi cuerpo que se ha desarrollado, pero mi vida interior era más pequeña y hace unos años que está creciendo y comenzando a vivir.



* A partir de la publicació d'aquest text el nom de la nostra col·laboradora deixarà el diminutiu amb el qual signava habitualment. Es tracta, sens dubte, d'un text ben adient per a fer-ho.