lunes, 23 de junio de 2014

Lenguaje

Por Chelo Payá

Cuando somos pequeños adquirimos ciertos hábitos en el lenguaje que después cuesta corregir. Gracias a la perseverancia de los educadores (padres y maestros), que no nos permiten una mala expresión, vamos aprendiendo a hablar correctamente ya que las reprimendas no gustan a ninguna edad.

Hace algunos años Jorge Mota, en la politécnica, nos dio clases de lenguaje no verbal y a mi me encantó la cantidad de cosas que se pueden decir sin hablar, solo con una mirada, con un ademán, con un apretón de manos. Nuestro cuerpo se hace entender sin ningún término oral solo con gestos, con delicadeza y, muchas veces sin desearlo y en ocasiones sin querer evitarlo, incluso con brusquedad.

Testigos  [foto: Paco Pascual]

Pienso que este lenguaje corporal deberíamos aplicarlo cuando estamos resentidos; ofenderíamos menos y no tendríamos que arrepentirnos de muchas cosas dichas. Tenemos prisa por convencer a los demás de lo que nosotros creemos, y esto hace que se nos escapen las cosas; además, cuando nos enfadamos o nos hacen enfadar, solemos amenazar, sin darnos cuenta que la amenaza es una de las formas más directas que nos va acercando hacia la soledad.

martes, 17 de junio de 2014

La meta

Por Chelo Payá

Hace unos días que mi mente no acierta a centrarse, todo son porqués, pero aún así, pase lo que pase, mi interior se encuentra muy arropado por si mismo y eso me hace crecer y no dudar.

¿Cómo se puede cambiar tanto?, ¿cómo nos pueden descolocar acontecimientos que deseamos?, ¿cómo se nos escapan las ilusiones y los deseos?

Transparencia  [foto: Paco Pascual]
Hay veces que ansío una meta para motivarme, y es cuando me doy cuenta que pretender que sea muy alta es difícil si antes no venzo las metas sencillas del día a día, solo así, sin darme cuenta, ir avanzando en lo que me conviene y en lo que no, para llegar a ella.

Pienso que cuando no alcanzo lo que me gustaría es porque voy por un camino lleno de piedras, unas muy grandes, otras pequeñas, pero ninguna me molesta para tener el camino limpio y perfecto, ¡no las quiero quitar!; con las pequeñas considero que no vale la pena invertir tiempo porque casi no estorban, y las grandes pesan tanto que yo sola no puedo con ellas, tengo que hacer un gran esfuerzo y me desanimo, por lo que también se quedan allí.

Con este ejemplo reconozco que no mejoro ni prospero en mis defectos. 

jueves, 5 de junio de 2014

Detalles

Por Chelo Payá

Hace años que la universidad celebra la Setmana de la Llengua. En ella se recitan poemas y se lee prosa de autores valencianos. Para mi era un día muy esperado y ha sido hoy. Me he alegrado mucho porque mirando la foto del año pasado he contado que éramos trece lectores y este año hemos participado casi el doble. Nos vamos animando y al ser más se pasa mejor. En esta ocasión había espectadores, y nos han aplaudido mucho. Nosotros también les hemos aplaudido a ellos dándoles las gracias por su apoyo y por su presencia.

Guía  [foto: Paco Pascual]
Hoy durante la lectura ha habido un detalle que me ha hecho recordar mi adolescencia al comprobar que esa delicadeza tan sutil que tienen algunas personas para que los demás nos sintamos bien y no demos tanta importancia a lo que nos puede agobiar, sigue existiendo. Recordaba los veranos que me iba de viaje con los tíos y el primo. Íbamos a paradores, a hoteles, a restaurantes, y a mi me daba mucha vergüenza no saber que pedir para comer ni como actuar con el camarero que siempre tenía a mi espalda. Estaba muy retraída. Un día durante la comida se me cayó un trozo de pan, tanto me azoré que no sabía si debía recogerlo o no, entonces a mi tío se le cayó otro trozo igual. Me relaje e hice lo que él hizo. Siempre he pensado que a mi tío no se le cayó el trozo de pan, lo tiró para demostrarme que cualquier cosa que nos pueda suceder a nosotros también les pasa a los demás.

Hay detalles que no se olvidan y que nos enseñan a ser tolerantes, delicados, dulces con las personas que nos rodean. Hoy eso lo he vuelto a ver, y a sentir.

Estoy ya en casa y sigo pensando que para ser felices hemos de procurar que los demás también lo sean, solo así rebotará hacia nosotros la  felicidad.