lunes, 3 de agosto de 2015

Pesares

Por Chelo Payá

¿No sé si decirlo o no? Mi silencio es fruto de un año difícil, tanto material como emocional, ¡y aún estamos a la mitad! No sé lo que me depararan los meses que faltan.

Calma   [foto: Paco Pascual]
En lo material, como solo me incumbe a mí, no le doy mucha importancia, lo verdaderamente importante han sido dos pérdidas familiares de las que es muy difícil recuperarse. Son pérdidas donde el corazón se desploma, se hunde y te hace pensar, más a menudo, en lo frágiles que somos.

Cada día me duele más ver morir a personas que quiero. La tristeza me afecta más, aunque comprenda lo que es la vida, que apenas nacemos ya empezamos a morir, pero cuando son las personas que te han arropado en tu infancia, es otra clase de sensación, es…, como quedarse desnuda en un paisaje completamente desolado, árido, desesperanzador, sin apoyo. He sentido un frio intenso en mi alma, ¡no sé explicarlo mejor!

Una vez leí una frase que decía: “A medida que nos hacemos mayores, vamos arrastrando una gran cantidad de muertos”.

Estos  acontecimientos tan inesperados me han hecho recordar una ranchera que oía cuando era jovencita, y ahora pienso que puede ser cierto aquello que decía:

Te fuiste pronto como los elegidos,
en plena gloria y en plena juventud...

Aunque con la edad que tengo ya no llego a tiempo de que esto se haga realidad en mí.     

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