viernes, 20 de diciembre de 2013

Concierto de Navidad 2013

Por Chelín Payá

La Coral Sènior UPV-Campus d'Alcoi en el Concert de Nadal
[foto: Rafa Silvestre]
Esta noche no tengo sueño y esto es señal inequívoca que algo ocupa mi mente.

Ayer fue el concierto de Navidad, y voy a resaltar que no solo cantamos villancicos de siglos anteriores, actuales, en otros idiomas…, hemos conseguido muchas más cosas.

Nos hemos unido más tanto los del coro como los compañeros de clase, familiares, y personas que vinieron a oírnos; la complicidad flotaba en el ambiente y respirábamos paz, y la verdad es que, a cualquier edad, esto hace que el corazón palpite con ilusión y no se note que se está haciendo mayor.

Era el primer concierto que cantábamos en una iglesia. Estábamos muy emocionados. Lo considerábamos como un reto y aunque cada uno en su interior se controlaba, sentíamos a flor de piel la responsabilidad de enfrentarnos a algo desconocido.

Siempre hemos pensamos que solo son los niños pequeños los que se sienten envueltos, cobijados, protegidos por sus mayores, y en el coro ese sensación se he invertido. Nos sentimos arropados por una persona más joven que nos da seguridad, que cree sin medida en nosotros, y eso hace que echemos a volar.

Gracias a todos los que me hacéis feliz.

jueves, 19 de diciembre de 2013

Misión cumplida


Por Elvira Granados 


La Coral Sènior UPV-Campus d'Alcoi en la Capella de l'Antic Asil
[foto: Rafa Silvestre]

Anoche celebramos nuestro concierto. Ya quedaron los nervios atrás.

Las sensaciones que experimenté fueron muy agradables. La Iglesia estaba llena al completo y, por las caras que veía en los amigos y compañeros de clase que nos acompañaron, me pareció que disfrutaron mucho; nos aplaudieron calurosamente y nos dieron muchos ánimos, así es que todos estábamos contentos.

Tuvimos el privilegio de cantar en la bonita capilla del antiguo asilo que, dicho sea de paso, es una preciosidad y, según las personas que entienden, cuenta con una buena sonoridad para la música; además es el primer evento musical que se celebra allí desde que se inauguró como una de las sedes de la Luz de las Imágenes.

Desde aquí quiero decirles a mis compañeros y compañeras que siento que somos como una familia, y que les quiero..., pero el culpable de todo esto es nuestro profe, Àngel Lluís, que tiene más paciencia que el santo Job.

También quiero agradecerle a D. José Luís Santonja, todo lo que ha ayudado para que esto se llevara a cabo.                                                     

Gracias.

lunes, 16 de diciembre de 2013

Us esperem!


Razonamiento

Por Chelín Payá

He tenido otra “prueba de fuego”, y he desarrollado un poco más la paciencia.

La paciencia, que solo en los momentos que se la necesita es cuando compruebas en que medida dispones o no de ella. En cierta ocasión una amiga me dijo que a la paciencia, en el instante que la pierdes, hay que buscarla y encontrarla. Ahora, aquel comentario me ha servido de mucho para retenerla.

Creía que tenía asumidas muchas cosas y me he dado cuenta que no es así.
Para las personas la palabra siempre no existe (para nadie ni nada). Somos prescindibles. Nuestro cuerpo no es una armadura y sí una vasija de barro que se puede romper como se rompe el cristal, y cuando se tiene un percance todo se viene abajo sin ver nunca el momento de ceder.

Queremos pertenecer al mundo (al de los vivos) siempre; en nuestro dolor nos sentimos imprescindibles, y si se nos rompe algo de nuestro cuerpo queremos que nos lo arreglen para seguir, aunque el cristal este más opaco por el pegatón.

Todo esto me hace reflexionar que mi madurez está más lejos de lo que pensaba. Han pasado muchos años y sigo siendo aquella niña a la que su padre le enseñaba, con una maceta de casa, lo que era la vida y la muerte. En muchas ocasiones me señalaba las hojitas pequeñitas y preciosas de la planta y me decía:
[foto: Paco Pascual]

— ¡Ésta eres tú!
Luego, señalaba alguna de las amarillas diciendo:
— ¡Ésta soy yo! Pronto no formaré parte de la planta porque, al igual que esta hoja, caeré.
Entonces yo lloraba creyendo que lo entendía, pero ahora me doy cuenta que aún no lo he entendido.
Soy la hoja amarilla y no me quiero caer.

sábado, 14 de diciembre de 2013

Relato de Navidad 2013

Por Laura Botella

Hoy es el último día para participar en la propuesta de la Asociación Senior. No lo he podido hacer antes. No se si son mis circunstancias personales o todo lo que nos envuelve, que me siento abotargada, espesa. No se si podré enlazar palabras que tengan cierta coherencia.

Nos venden que la Navidad es o a de ser feliz. Tengo mis dudas.

¿En que familia no hay sillas vacías a la hora de sentarse a la mesa? Sillas en las que había personas que se fueron para siempre o de hijos que han tenido que marchar en busca de un trabajo digno, después del sacrificio económico de las familias y el pago de los consabidos impuestos, que ahora rentabilizan otros países.

¿En que mesa no falta algún miembro o niño que está con otra familia porque sus padres se han separado?

Todos conocemos o tenemos referencia de hombres y mujeres que se acercan por alimentos a los economatos de Cruz Roja y Cáritas, pero nos  quedaríamos boquiabiertos si conociéramos las cifras reales de cuantas personas están en esta situación. ¿Para ellas es feliz la Navidad?

Estos días reflexiono sobre el carisma, la personalidad y el buen corazón del fallecido Nelson Mandela. Nos tendría que servir de modelo.

Es evidente que para mí la Navidad no es sinónimo de felicidad.

jueves, 5 de diciembre de 2013

Observación

Por Chelín Payá

[foto: Paco Pascual]
No todos los días me es posible escribir, todavía no tengo el hábito de hacerlo, pero hoy quiero compartir con vosotros algo que me hizo reflexionar en mi última visita a Alicante.

Íbamos en coche. Yo muy enfadada por… tonterías. De momento, entrando en la capital, vi unos parterres con unas flores preciosas que crecían sin ningún problema; estaban en un sitio privilegiado y se notaba que las cuidan al máximo. Seguí mirando y, entre unos escalones de cemento que rodean el parterre, reparé en una plantita que, entre ellos, crecía bonita, mucho más fuerte que las otras y, pese a lo árido de suelo y sus condiciones extremas,  ¡vivía!

Viendo su fortaleza pensé que todo es posible y que, sobre todo, lo es dependiendo del estado interior.

¡Me animé! Aquella plantita me hizo ver que la vida existe mientras sigamos respirando.

Receta segura contra la hipocondría

Vida honesta, y arreglada,
hacer muy pocos remedios
y poner todos los medios
de no alterarse por nada.
La comida moderada,
exercicio y diversión,
no tener aprehensión,
salir al campo algún rato,
poco encierro, mucho trato,
y continua ocupación.

(Poesías de Don Francisco Gregorio de Salas- Tomo I- Año 1797)

El tren de la vida

Por Chelín Payá

Chelín Payá  [foto: Rafa Silvestre]
Esta reflexión, del 18 de marzo de 2004, la he encontrado en una libreta de la Universidad. La escribí  a partir de una lección del doctor José Botella.   

EL TREN DE LA VIDA
La vida es como un viaje en tren. Cuando nos subimos a él nos ayudan unas personas que creemos que van a seguir con nosotros hasta el final del trayecto, pero no es así, bajan en estaciones diferentes a la nuestra y ello nos produce dolor, porque nos sentimos solos. —Son nuestros padres—.

En el viaje hay momentos felices, pero también los hay muy tristes, y seguimos avanzando ayudados por otros viajeros que, al igual que nosotros, se subieron al tren y viajan en el mismo vagón. —Hermanos, primos, amigos—.

Durante toda la andadura vamos cambiando de vagón y nos encontramos con personas de las que no nos es fácil separarnos cuando llega el final de su trecho pero, como no viajan solas, esto ocurre y se sufre. También hay personas, a las que queremos, que terminan muy pronto su viaje y sentimos el impulso de apearnos con ellas para recuperar el tiempo perdido y continuar disfrutando de su compañía, sin embargo, en nuestro viaje no hay retroceso.

Son muchos los asientos cuyos ocupantes nos pasan desapercibidos, en cambio hay otros que cuando quedan vacíos nos produce una nostalgia inmensa que nos acompañará siempre. Tenemos la opción de  ayudar a quien nos necesita o simplemente transitar mirando el paisaje.

Cuando se acerca el final de nuestro recorrido nos resistimos a abandonar el tren para no dejar solos a nuestros hijos y, no obstante, esto es inevitable. Durante todo el viaje nunca supimos cual era nuestra estación de destino, y el día que esta llega es preciso apearse. Solo entonces, cuando esto ocurre, los compañeros de viaje al mirar nuestro asiento vacío sentirán tristeza o por el contrario se preguntaran quién iba sentado en él.

FELIZ VIAJE.