Por Chelín Payá
[foto: Paco Pascual] |
Íbamos en coche. Yo muy enfadada por… tonterías. De momento, entrando en la capital, vi unos parterres con unas flores preciosas que crecían sin ningún problema; estaban en un sitio privilegiado y se notaba que las cuidan al máximo. Seguí mirando y, entre unos escalones de cemento que rodean el parterre, reparé en una plantita que, entre ellos, crecía bonita, mucho más fuerte que las otras y, pese a lo árido de suelo y sus condiciones extremas, ¡vivía!
Viendo su fortaleza pensé que todo es posible y que, sobre todo, lo es dependiendo del estado interior.
¡Me animé! Aquella plantita me hizo ver que la vida existe mientras sigamos respirando.
No hay comentarios:
Publicar un comentario