domingo, 30 de marzo de 2014

La luz

Por Chelo Payá

Me reafirmo en que si quiero escribir se donde he de estar. Mi inspiración está en la cama. Al instante de recostarme acuden las ideas, en el sillón no lo consigo.

Hoy he hablado con una persona que me ha preguntado:

— ¿Vas a hacer algo el fin de semana? ¿Irás a la playa a relajarte?

Despuntar  [foto: Paco Pascual]
Mi relajación es ahora el papel, tanto el que ya está escrito (libros, artículos…), como el que está en blanco y que voy llenando con mis cosas. No deseo nada más.

El montaje de mi vida ha cambiado, y es porque las horas ya no son eternas, todo lo contrario, para mí se han convertido en segundos. Las lleno al máximo. Todos los momentos son privilegiados, no anulo ninguno.

Mi interior cada día está más cerrado, solo lo abro para mí. Lo he tenido muchos años abierto, con la puerta entornada, y los demás entraban, miraban, salían; entraban de nuevo y volvían a marcharse. Ahora que lo he cerrado con siete llaves, los mismos quieren abrir a la fuerza, forcejean, llaman…, y me he dado cuenta de que a las cosas que creemos que nos pertenecen no les damos valor, pero si nos las retiran…, las queremos.

La luz al aire libre, aunque salgamos de casa todos los días a la misma hora, nunca es igual. Descubrir en las personas que somos como la luz es difícil, pero si lo intentamos al final se llega a comprender.

Cuando alguien este leyendo algo mío, yo siempre lo escucharé.

martes, 25 de marzo de 2014

Prioridad

Por Chelo Payá

Ahora, una de mis prioridades se centra en los martes por la tarde. Solo es una hora, pero muy intensa. Deseo que llegue el día. Me gusta. Tengo la sensación que estoy en la Real Academia, cada uno tiene su silla. Allí se enseña a leer —mejor—,  y a escuchar, que es lo más importante para aprender. Los textos están elegidos con una finura impecable. Nunca pensé que a partir de su lectura se despertase en mí la avidez por la escritura.

Sabiendo que cuento con vuestra tolerancia, me gusta haceros participes de todo lo que siento, pienso y sueño.

Hoy mi reflexión está basada en el libro que se ha leído en el taller de lectura: “EL BAILE”, de  Irène Némirovsky, que me interesó desde su introducción pero que, ni por un momento, imagine su desenlace.

Inicio  [foto: Paco Pascual]
Pienso que todos los personajes, cada uno a su manera, llevaban una tragedia dentro que no podían, ni querían, ni sabían admitir, y que les hacía sufrir. Unos por ignorancia, por inexperiencia, llevaban las cosas al límite; otros por no dar importancia a ciertos comportamientos; algunos por su soberbia, y todos dejando pasar las cosas creyendo que dominan la situación. Así se va creando un ambiente nocivo al que contribuye el rencor que, posiblemente durante toda su vida, se ha ido almacenando en el corazón de cada uno, y cuando éste estalla es como un tsunami que lo arrasa y destruye todo, sin dejar nada en su sitio, hasta los sentimientos se tambalean. La principal motivación para este desenlace es que nadie se sentía querido.

miércoles, 19 de marzo de 2014

Deseos

Por Chelo Payá 

Cuando crees que son palos lo que la vida te está dando, si te paras a pensar y lo analizas, ves claro que te hace falta para que los que te rodean —hijos, nietos— se den cuenta que la vida trata a todos por igual, que no hay nada ni nadie especial; para limar tu soberbia; para darte cuenta como te quieren muchas personas; para ceder en detalles a los que solo tú das importancia; para ir colocando las cosas en su sitio.

Equilibrio  [foto: Paco Pascual]
Anteriormente, por la noche, me metía en la cama y me dormía. Ahora, cuando lo hago, afloran mis pensamientos y mis secretos más escondidos. Es como si abriera un desván que ni yo misma conozco, y voy sacando de un baúl cosas preciosas que me gusta tener, recordar…, y cosas que me gustaría, como cualquier ser humano, olvidar, pero aún así disfruto seleccionando.

Pienso en lo afortunada que ha sido, y es mi vida. Desde pequeña he puesto los medios para que mi persona estuviera revestida con una coraza para que todo lo que no fuese bueno para mí, resbalase y no me perjudicase. Por ahora me ha salido bien.

También reflexionaba sobre lo fácil que sería hacer feliz a una persona, y lo difícil que nos resulta si la persona no es escogida por nosotros. Imaginaba como sería si llevásemos en el bolsillo una careta de la persona a la que amamos, y fuésemos superponiéndola en la cara de los que vamos encontrando, y con los que hablamos. Sería interesante probarlo. Lo haré. Por supuesto que, lo de la careta, solo con la imaginación, claro.

domingo, 16 de marzo de 2014

Flamenco

Por Laura Botella

Estaba preparándome el desayuno cuando en la radio se interrumpe la tertulia radiofónica y la locutora da la noticia: “Ha fallecido Paco de Lucía, tenía 66 años”.

¡Ah!... ¡Ya toca a los míos! ¡Toca a vísperas! El dorado de la tostada pidiendo a gritos que sea regada por el aceite y el humeante café con leche disipan por un momento mi atención.

Vuelvo a la noticia y pienso que Paco de Lucía, —que así se llamaba por su madre—, vino al mundo no con un pan debajo del brazo, más bien con una guitarra. Sus manos y sus dedos no tocaban las cuerdas las acariciaban con tal mimo que ¡así sonaban!

Camarón y Paco de Lucía en los años setenta
Lo imagino de joven sentado en la bahía de Algeciras escuchando el romper de las olas e imaginando cómo, en la lejanía, se unían las aguas del Mediterráneo y el continente. Tal vez así descubrió el tempo, porque no sabía solfeo, decía que las notas eran pajaritos en el tendido eléctrico.

Fue grande, grande para colocar el flamenco donde nadie sospechaba. La composición “Entre dos aguas” fue su lanzamiento. Compartió escenarios con artistas de distintos estilos. Obtuvo un premio Grammy, y fue investido doctor honoris causa por el Berklee College de Boston. Aunque yo me quedo con que, como humilde agricultor, supo sembrar la semilla en Japón, donde han germinado infinidad de escuelas de danza española, y el flamenco goza de gran consideración.

Cuando hayas llegado a lo “alto” te habrán recibido con gran algarabía, —el primero tu compadre Camarón—, con el cajón, el palmoteo, las gargantas…, todo dispuesto para el cante, cante del bueno. Los de “abajo” nos quedamos con el quejío, tú con la gloria.

Descansa en paz, y gracias por hacerme conocer el flamenco.

¡Olé tú!

miércoles, 12 de marzo de 2014

Sueños

Por Chelo Payá

Chelín Payá en un ensayo del Coro Sènior 
[foto: Rafa Silvestre]
Quiero escribir porque tengo sensaciones y sentimientos que se me desbordan en la mente y que son, al mismo tiempo, de una alegría excesiva y una tristeza inmensa.

Estaba en la cama y mí cabeza bullía con las cosas que quería plasmar. Me gustaba recrearme en ellas. Sin pensarlo me he incorporado y he comenzado a escribirlas. Solo así las he podido retener.

Era como cambiar de casa, con las cosas que podemos llevarnos y las que no (me refiero a una casa especial). Pensaba… 

He de eliminar. No me cabe todo. He de clasificar, aunque me cueste. Todo lo que ha vivido conmigo lo quiero, lo necesito.Y ha sido entonces cuando me he dado cuenta de que lo que es verdaderamente mío si me lo puedo llevar:

El amor a mi familia.
El respeto y la amistad sincera de los amigos.
Todo el amor que cabe en mi corazón.
El placer que he sentido en los pequeños detalles.
El comprender cada día la necesidad de ser mejor (aunque no lo logre).
La ilusión de compartir almuerzos, clases, paseos, charlas… vida.

Todo está dentro de mí, pero lo más importante que me llevaré es mi cuerpo. Él vendrá conmigo sin despegarse. Es lo más bonito que he tenido, lo único que ha sido mío, mío…, mío. Precioso o marchito, sigue siendo mi identidad. Si he querido, lo he resguardado. Nunca lo he tenido en contra, es incondicional. Me ha hecho soñar. Me ha hecho feliz. Me ha ayudado a ser como soy. Todos los que me han conocido, lo han hecho gracias a él.
Yo he sido, soy y seré su mejor enamorada.