Por Chelo Payá
Me reafirmo en que si quiero escribir se donde he de estar. Mi inspiración está en la cama. Al instante de recostarme acuden las ideas, en el sillón no lo consigo.
Hoy he hablado con una persona que me ha preguntado:
— ¿Vas a hacer algo el fin de semana? ¿Irás a la playa a relajarte?
Despuntar [foto: Paco Pascual] |
Mi relajación es ahora el papel, tanto el que ya está escrito (libros, artículos…), como el que está en blanco y que voy llenando con mis cosas. No deseo nada más.
El montaje de mi vida ha cambiado, y es porque las horas ya no son eternas, todo lo contrario, para mí se han convertido en segundos. Las lleno al máximo. Todos los momentos son privilegiados, no anulo ninguno.
Mi interior cada día está más cerrado, solo lo abro para mí. Lo he tenido muchos años abierto, con la puerta entornada, y los demás entraban, miraban, salían; entraban de nuevo y
volvían a marcharse. Ahora que lo he cerrado con siete llaves, los
mismos quieren abrir a la fuerza, forcejean, llaman…, y me he dado
cuenta de que a las cosas que creemos que nos pertenecen no les damos
valor, pero si nos las retiran…, las queremos.
La luz al aire libre, aunque salgamos de casa todos los días a la misma hora, nunca es igual. Descubrir en las personas que somos como la luz es difícil, pero si lo intentamos al final se llega a comprender.
Cuando alguien este leyendo algo mío, yo siempre lo escucharé.
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