Por Chelo Payá
La vida está llena de sorpresas.
A mí me está desbordando la cantidad de personas a las que estoy queriendo y de cómo, a la recíproca, me están demostrando su cariño. Pienso que esto es gracias a que mis ojos ya no miran hacia fuera como siempre lo han hecho, los estoy enseñando a mirar hacia dentro. No se fijan ya en lo que ven en cada momento, están interiorizando y les gusta más profundizar en las personas. Llegan a su corazón y no son rechazados. Ya no se distraen, ahora sueñan, y se deleitan con la bondad que aún existe.
Me estoy acostumbrando a vivir conmigo misma, a conocerme más, y siento que no he perdido ni un minuto de mi vida, todos han sido válidos para llegar a ser como soy ahora. Doy gracias porque a mi mente llegan reflexiones que aún estoy a tiempo de poner en práctica.
Cuando una persona fallece —familiar, amigo, personaje importante—, solo recordamos sus virtudes, sus defectos siempre tienen justificación:
— No tenía mal genio, éramos nosotros los que lo hacíamos enfadar.
— Tenía buen corazón.
Y yo pienso, ¿por qué no aprendo a mirar así a los vivos?, a disculparlos, a comprenderlos, a defenderlos, a...
A mí me está desbordando la cantidad de personas a las que estoy queriendo y de cómo, a la recíproca, me están demostrando su cariño. Pienso que esto es gracias a que mis ojos ya no miran hacia fuera como siempre lo han hecho, los estoy enseñando a mirar hacia dentro. No se fijan ya en lo que ven en cada momento, están interiorizando y les gusta más profundizar en las personas. Llegan a su corazón y no son rechazados. Ya no se distraen, ahora sueñan, y se deleitan con la bondad que aún existe.
Espera [foto: Paco Pascual] |
Cuando una persona fallece —familiar, amigo, personaje importante—, solo recordamos sus virtudes, sus defectos siempre tienen justificación:
— No tenía mal genio, éramos nosotros los que lo hacíamos enfadar.
— Tenía buen corazón.
Y yo pienso, ¿por qué no aprendo a mirar así a los vivos?, a disculparlos, a comprenderlos, a defenderlos, a...
También quiero que mis oídos aprendan a oír el tú con más asiduidad, y dejar el martilleo del yo, yo, yo, que no cesa ni un momento.
Con palabras todo es sencillo, lo complicado es llegar a las obras.
No quiero parecer lo que no soy. Todo me cuesta, posiblemente porque no lo se hacer, pero deseo saber hacerlo.
Con palabras todo es sencillo, lo complicado es llegar a las obras.
No quiero parecer lo que no soy. Todo me cuesta, posiblemente porque no lo se hacer, pero deseo saber hacerlo.
Desde que estás en mi vida no has dejado de sorprender nunca, y siempre para bien, Tus reflexiones, están llenas de sapiencia y amor.
ResponderEliminarDesde que estás en mi vida no has dejado de sorprender nunca, y siempre para bien, Tus reflexiones, están llenas de sapiencia y amor.
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