miércoles, 2 de abril de 2014

Para Elvira

Por Chelo Payá

La vida está llena de sorpresas.

A mí me está desbordando la cantidad de personas a las que estoy queriendo y de cómo, a la recíproca, me están demostrando su cariño. Pienso que esto es gracias a que mis ojos ya no miran hacia fuera como siempre lo han hecho, los estoy enseñando a mirar hacia dentro. No se fijan ya en lo que ven en cada momento, están interiorizando y les gusta más profundizar en las personas. Llegan a su corazón y no son rechazados. Ya no se distraen, ahora sueñan,  y se deleitan con la bondad que aún existe.

Espera  [foto: Paco Pascual]
Me estoy acostumbrando a vivir conmigo misma, a conocerme más, y  siento que no he perdido ni un minuto de mi vida, todos han sido válidos para llegar a ser como soy ahora. Doy gracias porque a mi mente llegan reflexiones que aún estoy a tiempo de poner en práctica.

Cuando una persona fallece —familiar, amigo, personaje importante—, solo recordamos sus virtudes, sus defectos siempre tienen justificación:

— No tenía mal genio, éramos nosotros los que lo hacíamos enfadar.
— Tenía buen corazón.

Y yo pienso, ¿por qué no aprendo a mirar así a los vivos?, a disculparlos, a comprenderlos, a defenderlos, a...

También quiero que mis oídos aprendan a oír el tú con más asiduidad, y dejar el martilleo del yo, yo, yo, que no cesa ni un momento.

Con palabras todo es sencillo, lo complicado es llegar a las obras.

No quiero parecer lo que no soy. Todo me cuesta, posiblemente porque no lo se hacer, pero deseo saber hacerlo.

2 comentarios:

  1. Desde que estás en mi vida no has dejado de sorprender nunca, y siempre para bien, Tus reflexiones, están llenas de sapiencia y amor.

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  2. Desde que estás en mi vida no has dejado de sorprender nunca, y siempre para bien, Tus reflexiones, están llenas de sapiencia y amor.

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