lunes, 28 de abril de 2014

Contrastes

Por Chelo Payá

Voy viviendo con las experiencias que he ido almacenando en mi mente creyendo que, cuanto las necesite, ellas me van a sostener como unos pilares firmes, indestructibles, pero en cuanto recibo una noticia no esperada se tambalea todo lo construido. Es entonces cuando me doy cuenta que toda mi vida esta suspendida en el aire, porque basta un solo segundo para que algo que creía sólido se derrumbe sin poder hacer nada por evitarlo:

— ¡Cómo cuesta volver a ponerlo todo en pie!

Contrastes  [foto: Paco Pascual]
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Hoy, en el taller de lectura, he descubierto que en un poema puede haber equis palabras, pero que al leerlo se abre un universo pleno de ellas, y que al releerlo siguen floreciendo, en mi mente y en mi corazón, sentimientos, emociones y anhelos que ya están en mí; se me renuevan las ganas por conocer expresiones distintas, maneras diferentes de manifestar una misma cosa, viendo como las palabras, colocadas según el estado de ánimo de quien las escribe, según su carácter, según como enfoque su vida, te hacen pensar, soñar, sentir, amar…, incluso llorar.

Un poema, sin ser extenso, puede ser tan profundo que te lleve a descubrir los cimientos de tu ser.

Para realizar un bordado se eligen los colores y las formas más bellas para que los ojos se deleiten al contemplarlo; en un poema se escogen las palabras adecuadas y perfectas para que al oírlo o leerlo sea el corazón el que se ponga en marcha, impetuoso y con ardor.
 

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