miércoles, 19 de marzo de 2014

Deseos

Por Chelo Payá 

Cuando crees que son palos lo que la vida te está dando, si te paras a pensar y lo analizas, ves claro que te hace falta para que los que te rodean —hijos, nietos— se den cuenta que la vida trata a todos por igual, que no hay nada ni nadie especial; para limar tu soberbia; para darte cuenta como te quieren muchas personas; para ceder en detalles a los que solo tú das importancia; para ir colocando las cosas en su sitio.

Equilibrio  [foto: Paco Pascual]
Anteriormente, por la noche, me metía en la cama y me dormía. Ahora, cuando lo hago, afloran mis pensamientos y mis secretos más escondidos. Es como si abriera un desván que ni yo misma conozco, y voy sacando de un baúl cosas preciosas que me gusta tener, recordar…, y cosas que me gustaría, como cualquier ser humano, olvidar, pero aún así disfruto seleccionando.

Pienso en lo afortunada que ha sido, y es mi vida. Desde pequeña he puesto los medios para que mi persona estuviera revestida con una coraza para que todo lo que no fuese bueno para mí, resbalase y no me perjudicase. Por ahora me ha salido bien.

También reflexionaba sobre lo fácil que sería hacer feliz a una persona, y lo difícil que nos resulta si la persona no es escogida por nosotros. Imaginaba como sería si llevásemos en el bolsillo una careta de la persona a la que amamos, y fuésemos superponiéndola en la cara de los que vamos encontrando, y con los que hablamos. Sería interesante probarlo. Lo haré. Por supuesto que, lo de la careta, solo con la imaginación, claro.

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