Hacía años, muchos años que no oía este concierto y me he acordado que para mi era un preludio perfecto para comenzar con ilusión las fiestas de Moros y Cristianos. Hoy he vuelto a estar en el Calderón y me he dado cuenta que todo era diferente pero a la vez todo era igual, idéntico.
He comprendido que no eran los dieciocho años los que, al oír la música, hacían bullir en mi interior la emoción y la alegría de pensar en el futuro que estaba por llegar con todas las ideas fantásticas y el soñar despierto que la juventud proporciona, porque hoy, a los sesenta y siete años, he sentido lo mismo. Mi corazón se agitaba igual y mis pies no dejaban de moverse, no lo podía evitar, era como si solo hubiese pasado un segundo de mi vida; era la misma persona, no había cambiado, y estaba entregada por completo a todo lo que a mi mente le placía recordar.
Solo sentía tristeza por las personas que se han renovado, por las que ya no están pero que seguirán brillando en mis ojos mientras tenga vida.
Las fiestas son como un reflejo vivo de cómo vamos cambiando de generación en generación. Yo ya solo reconozco al “cop”.
Hoy he sentido emociones y he tenido recuerdos, que es bueno revivir, gracias a una música preciosa interpretada por la Corporación Musical Primitiva, d’Alcoi, y dirigida por un maestro muy especial.
En Alcoy el mes de abril reluce por si solo.
Preludio [foto: Paco Pascual] |
Solo sentía tristeza por las personas que se han renovado, por las que ya no están pero que seguirán brillando en mis ojos mientras tenga vida.
Las fiestas son como un reflejo vivo de cómo vamos cambiando de generación en generación. Yo ya solo reconozco al “cop”.
Hoy he sentido emociones y he tenido recuerdos, que es bueno revivir, gracias a una música preciosa interpretada por la Corporación Musical Primitiva, d’Alcoi, y dirigida por un maestro muy especial.
En Alcoy el mes de abril reluce por si solo.
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