sábado, 29 de diciembre de 2012

Compartint

Per Paco Pascual

Aquest matí, intentant possar ordre en un calaix on van a parar moltes coses al llarc d’un any, he trobat un poema de Mario Benedetti enviat per algú volgut i he sentit que debía compartir-lo amb tots vosaltres.

Val la pena dedicar un parell de minuts llegint-lo.

No te salves
L'ermita de Beniarrés vista pujant al Benicadell   [foto: Paco Pascual]

No te quedes inmóvil
al borde del camino
no congeles el júbilo
no quieras con desgana
no te salves ahora
ni nunca
no te salves
no te llenes de calma
no reserves del mundo
sólo un rincón tranquilo
no dejes caer los párpados
pesados como juicios
no te quedes sin labios
no te duermas sin sueño
no te pienses sin sangre
no te juzgues sin tiempo
pero si
pese a todo
no puedes evitarlo
y congelas el júbilo
y quieres con desgana
y te salvas ahora
y te llenas de calma
y reservas del mundo
sólo un rincón tranquilo
y dejas caer los párpados
pesados como juicios
y te secas sin labios
y te duermes sin sueño
y te piensas sin sangre
y te juzgas sin tiempo
y te quedas inmóvil
al borde del camino
y te salvas
entonces
no te quedes conmigo.

Mario Benedetti

jueves, 27 de diciembre de 2012

NAVIDAD

Por Chelín

Me hace ilusión participar en este concurso aunque no soy capaz de enlazar ideas y hacer una redacción tan larga como se nos pide, pero sí, según las vaya teniendo —las ideas—, las iré escribiendo y enlazando como si fueran las cuenta de un rosario, que están unidas en la cadena pero separadas una a una.

No se puede, o mejor dicho, no se debe hablar de la Navidad como algo concreto, como si todas la sintiésemos igual; los creyentes esperan a Jesús, los paganos la fiesta, y cada persona, en su corazón, espera una cosa.

Yo creo que para que nazcan buenas intenciones en estas fiestas hemos de comprender…, no a todos porque es imposible, pero sí intentarlo con los “nuestros”; es trabajar la empatía cada día al abrir los ojos; si lo hiciéramos así —yo la primera—, serían maravillas.

Empezar hablando de Navidad es como decir: celebración, comilonas, dulces, tiendas, amigos, familia, alegría… y no para todos; es eso.

Voy a comenzar hablando de una Navidad íntima, ¡LA MIA! 

Era pequeña, y en mi casa era feliz. Me gustaba todo lo que se hacía; mis ojos lo magnificaban todo, que no era nada en particular, pero era lo que más la definía ¡nos queríamos!
Venía Navidad y yo lo sabía porque hacia frío, pero no por engalanar la casa; yo lo sabía porque esos días no iba al colegio ¡pero sólo esos días!; yo lo sabía porque estábamos juntos… y era lo que más me gustaba; yo lo sabía por la comida, un poquito más especial de la que se hacía durante el resto del año, teníamos puchero, pilotes, mantecats…, era todo delicioso. Esa Navidad la llevaba a cuestas todo el año.

Mis padres eran sencillos, pero supieron que en la infancia estaban los cimientos de una vida que comienza y que debe ser feliz. Ahora, de mayor, aún lo comprendo más y sigo con mi Navidad, da lo mismo que sea febrero o junio si consigo no enfadarme o regalar algo nada valioso —un paquete de pañuelos, una sonrisa, una llamada…—, pero pensando con el corazón; me gusta que la gente de mi alrededor, si está en mi mano, sea feliz aunque no sea Navidad.

En mi vida actual es otra clase de Navidad no más triste…, diferente. Me doy cuenta de la vulnerabilidad de las personas —siempre hablo por mí—; si todo nos va bien creemos que somos felices, si es al contrario sentimos que el mundo se hunde, pero, aun así, la Navidad sigue sin poder frenarla o acelerarla, ¡está ahí!, está con nosotros, lo que a veces la sentimos y otras la rechazamos según nuestro estado de ánimo.

Lo dicho antes: si la Navidad está dentro del corazón se celebra cada segundo del año.

Nada se podría comparar a un mundo sin egoísmo
Vida tendría mucha gente si supiéramos entenderla
Dad de lo que tengáis, no de lo que os sobre

¡Feliz Navidad para todos!

miércoles, 26 de diciembre de 2012

Vivencias en Navidad

Un cuento de Navidad por Laura Botella

En un corto trayecto que realicé en el bus urbano, la conversación oída entre una mamá joven con su hija me llevó a escribir este relato.

La niña podría ser la marca de cualquier producto infantil, bien de alimentación o de ropa. Tenía una mirada limpia, despierta; su pelo era claro con algunos rizos, eso sí, inquieta como cualquier niño de seis o siete años, más o menos.

Lucía, que así se llamaba la niña, preguntó a Chelo, su madre, cuantos días faltaban para que llegasen los Reyes Magos. Chelo le contestó que todavía faltaban treinta y tantos. Lucía cambió el semblante, decía que eran muchos, que no podía ser. La madre le explicó que primero está la Navidad y después la festividad de los Reyes. Lucía estaba triste, malhumorada. Chelo intentaba hacerle comprender que los días pasan rápido, que no desesperase…

-Mira Lucía, cuando lleguemos a casa vamos a poner una cartulina en tu habitación con los días que faltan hasta la llegada de los Reyes. Tú, todas las noches cuando te hayas puesto el pijama para irte a dormir pondrás una cruz encima del número, así verás que rápido pasan los días.

Le contó que eso mismo lo hacía su abuelo cuando estaba en la “mili”, pero no en una cartulina sino en su gorra, y le recordó aquellas fotos que tanto le hacían reír al ver a su abuelo vestido con el traje de militar y que decía que no era él porque no tenía tripa.

La niña se ilusionó con la propuesta de su madre.

Pero Chelo quería averiguar porque continuaba el malhumor de su hija, a que era debido. Nadie mejor que una madre intuye las inquietudes o preocupaciones de sus hijos.

Le insistió una y otra vez. Lucia no contestaba. Al fin, muy seria, la niña le dijo a su madre:

-Mamá, un día que estuve en casa de los abuelos vi en la tele a una señora que tenía tres niños y que tenía la nevera vacía, que contaba los vasos de leche que le quedaban y miraba si tenía mortadela para todos, y vi que no tenía chuches ni tampoco cereales.

Ahora era Chelo la sorprendida. No la entendía y le preguntó:

-¿Que tiene que ver todo eso con los Reyes?

Lucía con voz temblorosa contestó:

-Mamá, para mi solo quiero un regalo y para esos niños muchas chuches, galletas, leche…, por eso no quiero que tarden los Reyes, porque tienen muy poquito para comer.

Una vez más los niños nos hacen pensar. Son sinceros y sin doblez.

martes, 25 de diciembre de 2012

El préstamo del Niño Jesús

Un cuento de Navidad por Inmaculada  Teresí 

-¡Venga!, daos prisa que no llegamos -decía Carmen a sus hijos.

Carmen tenía tres hijos: dos de 6 y 7 años y una niña de cuatro.

Estaban nerviosos, iban a la plaza del pueblo para ver la representación del Belén que todos los años, días antes de la Navidad, un grupo local ofrecía a los niños. Al terminar habría reparto de juguetes.

Carmen puso a sus hijos los gorros y las bufandas y salieron muy contentos a la calle.

La plaza, engalanada con guirnaldas y bombillas de colores, estaba repleta de gente: había mucho alboroto.

La representación tardaba en empezar; todos se impacientaban. Pasó media hora y nada… no se levantaba el telón. Algo después, una señora mayor surgió de detrás de las cortinas  al escenario y pidió silencio.
-No podemos empezar la función porque ha desaparecido el pastorcillo más pequeño de los que hoy debutaban. Yo soy su abuela. El niño tiene cinco años y lleva el traje de pastorcillo con el que iba a salir a actuar. Tiene el pelo negro y los ojos muy grandes y oscuros. Agradecería que si alguien lo viese avisase a la Cruz Roja.

Todos quedaron conmocionados y empezaros a buscar por los alrededores. 

Carmen se dio cuenta de que su hija también había desaparecido y la llamó varias veces sin obtener resultado. Sus hermanos, que no se habían percatado hasta entonces de la desaparición, se aferraron a su madre asustados.

La gente ya no buscaba solo a un niño, ahora eran dos los que había que encontrar.

Pasó una hora y los niños seguían sin aparecer.

En el escenario un perro empezó a labrar. Nadie le hacía caso ya que todos estaban dando gritos para llamar a los pequeños. Aquello parecía un “galimatías”. Nadie se entendía.

El perro ladraba y no paraba de dar saltos para llamar la atención, pero era inútil porque nadie se fijaba en él. De pronto un niño gritó:

-¡Miren al perro!, ¡miren al perro!

-¿Qué pasa niño? -le preguntó un señor.

El niño señaló al escenario y ambos se fijaron en el animal que intentaba llamar la atención entre tanto bullicio.

Ambos subieron al escenario, pero ¿cómo hacer para que se fijasen en ellos y les escuchasen? Tuvieron la ocurrencia de mirar entre las ropas que estaban preparadas para la representación y encontraron entre ellas un traje de ángel para el niño y otro de demonio para el señor. Buscaron las luces del escenario y encendieron un potente foco que lo iluminó. Al ver tanta luz, todas las miradas se concentraron en el rayo luminoso y vieron en el escenario un perro saltando, un niño disfrazado de ángel y un adulto de demonio.

Se hizo el silencio, momento que aprovechó el adulto para decir con voz potente:

-Fíjense todos en este perro! Nos quiere comunicar algo

El niño disfrazado de angelito advirtió con firmeza:

-Hay que seguirlo porque seguro que nos lleva a descubrir algo.

Todos asistieron dispuestos a obedecer y siguieron al perro que emprendió la marcha satisfecho de que por fin le tomasen en cuenta.    

Torcieron por una callejuela estrecha que estaba detrás de la plaza. Unas calles más abajo vieron a un grupo de chiquillos discutiendo; entre ellos se encontraban los dos desaparecidos. La niña tenía en sus brazos la cuna con el niño Jesús que debería salir en la función y, a su lado, el otro niño desaparecido se enfrentaba valientemente a una pandilla callejera.

Al llegar la comitiva junto a ellos, el señor vestido de demonio dio un golpe con el tridente. Los niños enmudecieron.

-¿A qué se debe esta discusión?

-Vi a estos niños y pensé que lo que hacían era raro, -dijo el niño al que todos andaba buscando-. Cuando los mayores estaban distraídos se largaron con la cuna y con el niño Jesús dentro. Fui corriendo tras ellos, pero mientras bajaba del escenario los perdí. 

La hija de Carmen sabía por donde habían huido y acompañó al “pastorcillo” hasta lograr recuperar la imagen.

El grupo de ladronzuelos confesó:

-Como en nuestra casa no tenemos un niño Jesús para celebrar la Navidad, y tampoco tenemos dinero para comprarlo, decidimos cogerlo prestado. Pensábamos devolverlo pasadas la fiestas.

Todos rieron la ocurrencia y, con la promesa de que jamás se apoderarían de lo que no les pertenecía, les invitaron a la representación que resultó todo un acontecimiento.

Tampoco a ellos les faltaron juguetes.

Fue una velada muy singular que terminó como un cuento de Navidad.

sábado, 22 de diciembre de 2012

Reflexión en Navidad

Por Laura Botella

Tanto en las grandes superficies como en las demás tiendas ya se va notando la cercanía de la Navidad.

“Alegría en el mundo, Jesús ha nacido”, dice  el estribillo de un conocido villancico.

Se podría traducir por: ¿consumismo? o ¿laicismo? Es verdad que los tiempos han cambiado, pero en sí el espíritu de la Navidad no tendría que haber llegado donde ha llegado. Quizá lo único que sigue en su lugar es la inocencia de los niños, llegada la festividad de los Reyes Magos.

Nosotros, los que ya hemos vivido alguna que otra Navidad (contando en decenas), deberíamos hacer reflexionar a los más cercanos, digamos hijos, nietos…, siempre y cuando nos quieran escuchar.

Deberíamos  pensar que la Navidad no se mide por los alimentos que hay en la mesa, por las pieles que llevamos puestas ni por la cantidad de “estrenes” que se reparten ni los regalos que se dan y se reciben.

Dadas las circunstancias económicas del momento cabría poner en marcha la imaginación, tirar de ella y con mucho amor, cada uno con los suyos volver atrás, llenar las veladas y citas familiares  de cantidad y calidad en el trato; recordar a los que ya no pueden ocupar su silla en la mesa; hacer propósitos de reunión en más ocasiones para sentir la cercanía de la familia; distinguir que las cosas más pequeñas son las que más felices nos hacen.

¡Feliz Navidad!

P.D. Pensemos que vale la pena: si ser más personas o ser más “máquinas tragaperras”

lunes, 17 de diciembre de 2012

Recordando el viaje a Elx

Por Maruja Berenguer

No es fácil explicar el sentimiento que produce ver la representación del Misteri o La Festa (como ellos la definen) en directo, dentro de la basílica, donde desde cada rincón se vive, en silencio y escuchando atentamente con emoción, cada verso de los preciosos poemas que se van cantando.

Maruja Berenguer (derecha) con el Coro Sènior  [foto: Rafa Silvestre]

Siempre que he recordado algo del Misteri he pensado en las “vocecitas” de los niños que cantan como los ángeles (nunca mejor dicho), pero después de asistir a la representación y escuchar todo el conjunto de voces ya no podré centrar el Misteri solo en las “vocecitas”… toda la representación es algo inigualable.

Hubo un momento que me sentí tan identificada con lo que allí se estaba representado, que creí vivir todo el misterio desde dentro junto con la Virgen, los apóstoles, los ángeles…, la “granada” bajando con los “angelitos”, la coronación de la Virgen… todo un conjunto maravilloso.

Ya por último, quiero reconocer la suerte que tengo (tenemos) de pertenecer  al Coro Senior, algo que facilita poder ver estas representaciones a las que nunca creí poder asistir.

Gracias Coro.

viernes, 7 de diciembre de 2012

La Festa

Por Chelo Muntó


Desde el siglo XV se viene representando en Elche “La Festa o Misteri d’Elx”, representación muy querida por los ilicitanos y conocida mundialmente.

Chelo Muntó (centro), con dos
compañeros del Coro en Montserrat   [foto: Rafa Silvestre]
Este año los componentes del Coro Senior hemos tenido la oportunidad de asistir a su representación, gracias a nuestro director. Un amigo suyo, entusiasta colaborador de La Festa, nos puso en antecedentes de todo lo relativo a su representación, para un mejor conocimiento de lo que íbamos a ver. Nos habló con el entusiasmo propio de la persona que ama y siente “La Festa”, despertando en nosotros gran expectación.

Expectación que iba en aumento a medida que se desarrollaba la obra que, con una música maravillosa, las bien timbradas voces y la armonía de sus coros, nos transportaba y nos hacía vivir un momento extraordinario. La majestuosa música interpretada por el órgano, en los silencios de los cantos, marcaba los diferentes cambios de escena y así vimos abrirse el cielo con la luz celestial que acompañaba al ángel en el araceli, que venía a anunciar a María que su petición había sido aceptada.

Todo era de una belleza y emoción que me hacía sentir el mundo sobrenatural que se estaba representando. Era como una magia que te iba envolviendo hasta el último momento, en que los ángeles bajan a llevarse a la Virgen  y es  recibida y coronada, en el cielo, por el Padre Eterno.

Me resultó una representación grandiosa, en su sencillez, que llega al corazón dando una sensación de paz y tranquilidad interior.

Ha sido magnífico conocer el Misteri, porque, además de disfrutar de la obra, nos ha permitido conocer la riqueza del patrimonio que el pueblo d’Elx posee.

martes, 4 de diciembre de 2012

Con un fondo de música gregoriana...

Jordi Ruiz (izquierda) cantando en Alboraya  [foto: Rafa Silvestre]
Por Jordi Ruiz

Con un fondo de música gregoriana voy a evocar nuestro viaje a Elx. No me voy a centrar en la camaradería ni en nuestro savoir faire y el de los que nos acompañaron, es más, yo sólo miraba la luna por la espera de un parto... Hace treinta años pude asistir y me parece que lo vi completo desde una balconada... pero ahora es cuando intentaré referir mi pobre acercamiento a este auto sacramental medieval -Maria assumpta in corpore et anima-. Cuando dejas libertad a todos los sentidos, te das cuenta de lo simple, a la par que complejo, de esta representación que todos los años celebra Elx. Te aproximas a él como mi mente pensaba en el futuro parto...de una niña, que hoy es ya toda una mujer, y te das cuenta de lo que supone ser mujer, con su calendario lunar y siendo el símbolo más evidente de la Pachamama. 

Un día hable de esto con una buena amiga en la Facultad de medicina y me dijo que nunca nadie le había hablado así; yo también le decía que estábamos dando mucho que hablar en una Facultad tan pequeña, pues ella tenía 20 años y yo 38... "deja que hablen" me decía... Cuando empezamos a oír el Misteri, la armonía vocal de los niños y después los Apóstoles -algunos utilizando la clave de fa en sus cantos- no pude más que pensar en Pepa. Cómo la dominaba e intentaba hacer entender "si això és fàcil..." El desarrollo armónico y totalmente comprensible para el pueblo llano y hasta para el mejor teólogo -ahora nos han jodido el buey y la mula- podrían pensar en el sufrimiento del hombre como Cristo (perdonad, me ha salido mi vena,  teológica-contestataria, que nunca se ha casado con nadie). En el momento del Araceli (y centrándonos ahora en el Misteri), al ver a los ángeles elevarse in caelum no pude dejar de pensar en Mari Carmen. Al ver como caían en apoteosis los pequeños papeles dorados, pensé en un destello luminoso que nos ha acercado al don de la vida solamente con su presencia, su lucha y su personalidad.