martes, 24 de octubre de 2017

Cartas



Por Chelo Payá                                                                  
(22 octubre 2015)
           
           
Delicadeza  [foto: Paco Pascual]
            Esta persona, (yo), gracias a la lectura, se mete en muchísimos personajes, y se da cuenta que en todos los ámbitos, en todos los niveles culturales y sociales, hay gran cantidad de desencuentros, de pasiones, de amores que se descubren después de que los interesados ya no viven.

            Este curso la base del taller son las cartas, aunque lo que más importa es escuchar, oír la voz y la delicadeza de cada una de las personas leyendo.

            En cada carta puedes imaginarte que eres tú quien la manda o que la recibes, y es fantástico poder estar en mundos diferentes en un mismo momento.         

            Las cartas no son para mí un descubrimiento, he sido siempre una amante de las mismas; cuando me han escrito a mí era una ilusión muy grande recibirlas y leerlas, y cuando era yo quien escribía siempre mandaba mi corazón.

            Ahora se escribe menos, sobre todo yo, pero…

            Una carta, puede curar una herida.

            Una carta, alivia una enfermedad.

            Una carta para un enamorado, es la vida.

            Una carta para un preso, significa libertad.

            Una carta para un amigo, le recuerda que no está solo.

            Una carta para un amante, es un secreto inolvidable.

            Una carta escrita para quien ya no está, es sinónimo de que aún vive                       en el corazón, y se le sigue amando.



            Puedo hablar de cartas con facilidad. He escrito muchas y de muy variadas modalidades. Me pasé siete años mandando una al día. ¡No me  hicieron un monumento en Correos no sé por qué, porque en mi interior sabía que el cartero que las entregaba estaba tranquilo, sin problemas de paro! (Es broma).          Hay quien tiene recelo de escribirlas porque casi siempre hay que desnudar el corazón (si no es una carta de negocios); cualquier cosa que se diga es verdad, es la emoción del momento, y es la letra de quien lo dice la que verifica sus sentimientos, por eso cuando se leen, aunque hayan pasado siglos, se refleja cómo era quien la firmó: una persona delicada, asustada, enamorada… También hay quien se despide de la vida en una carta, y hay quien cuenta sus debilidades y devaneos creyéndose en ese momento única, y seguro que queriendo justificarse, sin saber que años después se sigue actuando de igual manera.



            Este curso “promete” y yo ahora, aquí en mi cama (mi fuente de inspiración), pienso y creo que mi final (en el curso) será una carta para todos.

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