sábado, 21 de octubre de 2017

Noveno día de Jazz



Por Chelo Payá                                                             
 (14 abril 2016)

  
Fusión  [foto: Paco Pascual]
      
La gimnasia mantiene  el cuerpo y la música eleva el alma. Hoy no era día para venir, estoy un poco triste y voy a comprobar si es cierto lo que he escrito antes. No pienso en nada que no sea estar aquí.  Los conciertos   son  cada  quince  días  y  es  como  si  no  saliera  de  este ambiente,   lo  llevo  pegado  a  mi  piel.  Nunca  es  tarde  para  realizar nuestros sueños.

         El grupo se está preparando y dicen que ha sido un placer venir aquí, mi corazón ha respondido: ¡el placer es mío!  Es un cuarteto con saxo, teclado, contrabajo y batería: Bernard Van Rossum Quartet.

         En una orquesta están todos unidos  por el director, aquí, ahora, están solos, cada uno es único. En este momento el saxo está oyendo a los demás  y bailando,  hace como medios giros. El saxo es como yo lo sueño, con esas notas graves que parecen caer en picado y de momento parece que llegan  al cielo. No sé, no logro entender como lo hacen. Hoy el instrumento es como un tercer brazo del músico, no respira,  no se mueve sin él; ahora está deleitándonos con su sonido y los demás son como un eco que apenas se percibe.

         El batería  cuando  hace sonar  un platillo tengo la sensación  que estoy oyendo un "gong" en Tailandia.

         Ahora el estruendo  es estrepitoso,   ¿por qué no me molesta?  ¡En jazz!  ¡Son unas bulerías!..., impensable,  pero la verdad es que me hace ver a la gitana taconeando  y agitando el vuelo de su falda.

         Para que todo  el público pudiéramos ver al batería percutiendo un solo precioso, el saxo ha bajado  del escenario, y lo ha vuelto a hacer igual con el teclado y el contrabajo, son detalles inconfundibles en este escenario e inimaginables  en otros sitios.

         Cuando suena  el contrabajo...  "mmmm" me  gusta,  pero voy a decidirme y a elegir..., el saxo es y será siempre mi favorito.

         Hoy me da la impresión de que todos están haciendo un ejercicio continuo,  sus  brazos  son  como  alas  en  pleno  vuelo  que  solo  están quietas   unos   segundos   para   planear,   y  cuando  las  mueven   para remontar  es fascinante.

         "Bolero dos", es un ritmo que invita a seducir, a enamorarse, y si se tiene  la  suerte  de  estarlo,  al oírlo  hace  que te  embeleses  con la persona   amada,  sintiendo  en  tu  cuerpo  y en tu  corazón  momentos únicos e inolvidables. Mi tema preferido ha sido éste.

         Soy  una  privilegiada  al  poder tener  a  mi  alcance  música  en directo.


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