Por Chelo Payá
(14 abril 2016)
Fusión [foto: Paco Pascual] |
El grupo se está preparando y dicen que
ha sido un placer venir aquí, mi corazón ha respondido: ¡el placer es mío! Es un cuarteto con saxo, teclado, contrabajo
y batería: Bernard Van Rossum Quartet.
En una orquesta están todos unidos por el director, aquí, ahora, están solos,
cada uno es único. En este momento el saxo está oyendo a los demás y bailando,
hace como medios giros. El saxo es como yo lo sueño, con esas notas
graves que parecen caer en picado y de momento parece que llegan al cielo. No sé, no logro entender como lo
hacen. Hoy el instrumento es como un tercer brazo del músico, no respira, no se mueve sin él; ahora está deleitándonos
con su sonido y los demás son como un eco que apenas se percibe.
El batería cuando
hace sonar un platillo tengo la
sensación que estoy oyendo un
"gong" en Tailandia.
Ahora el estruendo es estrepitoso, ¿por qué no me molesta? ¡En jazz!
¡Son unas bulerías!..., impensable,
pero la verdad es que me hace ver a la gitana taconeando y agitando el vuelo de su falda.
Para que todo el público pudiéramos ver al batería
percutiendo un solo precioso, el saxo ha bajado
del escenario, y lo ha vuelto a hacer igual con el teclado y el
contrabajo, son detalles inconfundibles en este escenario e inimaginables en otros sitios.
Cuando suena el contrabajo... "mmmm" me gusta,
pero voy a decidirme y a elegir..., el saxo es y será siempre mi
favorito.
Hoy
me da la impresión de que todos están haciendo un ejercicio continuo, sus
brazos son como
alas en pleno
vuelo que solo
están quietas unos segundos
para planear, y
cuando las mueven
para remontar es fascinante.
"Bolero
dos", es un ritmo que invita a seducir, a enamorarse, y si se tiene la
suerte de estarlo,
al oírlo hace que te
embeleses con la persona amada,
sintiendo en tu
cuerpo y en tu corazón
momentos únicos e inolvidables. Mi tema preferido ha sido éste.
Soy una
privilegiada al poder tener
a mi alcance
música en directo.
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