(30 enero 2016)
Brío [foto: Paco Pascual] |
Estoy
en la cama, son las doce de la noche, y por una rendija de la persiana he vista
la Luna y he tenido como una explosión de ideas. No quería levantarme a coger
el lápiz porque hace mucho frio, pero no quiero dejarlo pasar. La Luna ha
iluminado tanto la habitación como mi cabeza.
Cada
vez que repaso lo que escribo y pongo citas que me decían mis padres las
escribo en castellano y no resuenan igual en mi corazón, así que a partir de
ahora trataré, como mínimo, de escribir en valenciano la voz de mis padres,
cuando me hablaban a mí.
He
pasado unos meses apática hacia la lectura, pero desde hace unos días solo me
relaja la música o un libro en mis manos. Un amigo me aconsejó uno que compré
pero le he tenido respeto, por la cantidad de páginas, hasta ahora, que he
comenzado a leerlo y creo que me durará poco. Me está gustando, y ahora pienso
que hay veces –muchas- que rechazamos algo que no conocemos por tonterías,
colocamos una barrera y cuando, sin darnos cuenta, la cruzamos, vemos que no
era lo que pensábamos. El libro es: “El esnobismo de las golondrinas” de
Mauricio Wiesenthal. Cuando lo termine hablaré de él.
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