Por
Chelo Payá
(21
noviembre 2015)
Cuando
me encuentro sola en cualquier sitio escribo pensamientos, ideas que surgen de
momento en mi cabeza, reflexiono sobre cosas que he vivido, y cuando las leo a mis amigas o las copio
para que lo hagan en su casa, todas me dicen que las emociono, no hay ninguna
que se quede impasible o sienten las lágrimas en los ojos o en el corazón… ¿no
sé qué hacer?
Siempre
he sido una persona alegre, donde he estado he tratado de que mi alrededor se
pasara bien y ahora creo que sigo igual, pero en mis escritos…, se manifiestas
cosas tristes, es como si aflorara una pena muy profunda que se ha albergado en
mi corazón; yo, en el día a día, no lo noto, pero al coger el lápiz y dibujar
en el papel mi letra, siento una necesidad imperiosa de decir lo que siento,
¿habré cambiando y no me he dado cuenta?
Eclosión [foto: Paco Pascual] |
Cuando
eres pequeña hay unos años que solo vives, no piensas, no se necesita nada,
solo amor, ¡cómo se necesita mientras se respira!; hay otros que sueñas…, y te
conformas; después vienen los años que pasan sin darte cuenta aturdida con todo
lo que sucede en ese momento -es cuando criamos a los hijos-, preocupada por lo
que puede ocurrir y cuando menos te lo esperas ese tiempo ya ha pasado, solo
entonces comprendes y analizas, con más detenimiento todo lo que has vivido y, al
contrario de cuando eres pequeña, solo piensas y casi no vives -cosas de la
edad-.
Ahora
es cuando valoro la importancia que tiene mi interior, el de todos; cuando
entiendo o creo entender que las cosas sencillas son las que prevalecen;
cuando, aunque me cueste, sé que hasta el final no nos podemos ni nos debemos
detener.
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