martes, 24 de octubre de 2017

Vida



Por Chelo Payá                                                                  
(21 noviembre 2015)

            Cuando me encuentro sola en cualquier sitio escribo pensamientos, ideas que surgen de momento en mi cabeza, reflexiono sobre cosas que he vivido,  y cuando las leo a mis amigas o las copio para que lo hagan en su casa, todas me dicen que las emociono, no hay ninguna que se quede impasible o sienten las lágrimas en los ojos o en el corazón… ¿no sé qué hacer?
            Siempre he sido una persona alegre, donde he estado he tratado de que mi alrededor se pasara bien y ahora creo que sigo igual, pero en mis escritos…, se manifiestas cosas tristes, es como si aflorara una pena muy profunda que se ha albergado en mi corazón; yo, en el día a día, no lo noto, pero al coger el lápiz y dibujar en el papel mi letra, siento una necesidad imperiosa de decir lo que siento, ¿habré cambiando y no me he dado cuenta?
Eclosión  [foto: Paco Pascual]
            Cuando eres pequeña hay unos años que solo vives, no piensas, no se necesita nada, solo amor, ¡cómo se necesita mientras se respira!; hay otros que sueñas…, y te conformas; después vienen los años que pasan sin darte cuenta aturdida con todo lo que sucede en ese momento -es cuando criamos a los hijos-, preocupada por lo que puede ocurrir y cuando menos te lo esperas ese tiempo ya ha pasado, solo entonces comprendes y analizas, con más detenimiento todo lo que has vivido y, al contrario de cuando eres pequeña, solo piensas y casi no vives -cosas de la edad-.
            Ahora es cuando valoro la importancia que tiene mi interior, el de todos; cuando entiendo o creo entender que las cosas sencillas son las que prevalecen; cuando, aunque me cueste, sé que hasta el final no nos podemos ni nos debemos detener.  

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