martes, 24 de octubre de 2017

Meditación



Por Chelo Payá                                                           
(21 enero 2016)
        
  
Mimetismo  [foto: Paco Pascual]
      
La vida, cuando menos te lo esperas, te pone a prueba, pueden ser enfermedades, accidentes, malas noticias…, y solo entonces das de sí todo lo que llevas dentro, lo que te han enseñado tus padres o lo que has aprendido de la vida por ti solo. También pasa lo mismo en las cosas que te suceden muy agradables, inesperadas, y te asombras como si ya no te pertenecieran por la edad, y no es así, porque todo es posible mientras estemos vivos.
         En este mundo todo tiene su tiempo: una piedra, una flor, una hormiga, una persona, una montaña, el sol…, y cada especie, cada cosa, se adapta, y solo concibe sus años de existencia creyendo que son los únicos que importan y siempre nos parecen pocos. Desearíamos vivir más sin querer razonar que la vida de una flor solo dura unos días, y casi sin entender que no se puede desear algo que no nos pertenece.
         Siempre he pensado que en la vida no hay final, solo lo hay en la tuya. Cuando te vas haciendo mayor, sin querer, te vas poniendo metas: ¿llegaré a ver la carita de mi nieta?, y cuando ya la ves piensas que te gustaría ver a los mayores con dieciséis, dieciocho años, porque serán guapísimos o también conocer a los nietos que aún están por llegar, que imaginas que serán preciosos; lo vas pensando sin percatarte de que algo de todo esto ya no lo verás, ¡se parará todo!, no porque no suceda sino porque tú ya no estarás.
         Cada día pienso más en mis padres y vienen a mi mente los consejos que en el momento de oírlos no les daba importancia y me doy cuenta, ahora, que se grabaron a fuego en mi corazón.
         Cuando por alguna circunstancia me voy a la cama y son más de las doce de la noche pienso en lo que me decía mi madre: “¡Xelín, no et gites mai el dia que t’has d’alçar!” (Chelín, no te acuestes nunca el día que te tienes que levantar), entonces me daba risa, pero ahora, cuando lo hago, siento en mi cuerpo que tenía toda la razón.              

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