sábado, 21 de octubre de 2017

Décimo día de Jazz



Por Chelo Payá                                                    
(28 abril 2016)

Levedad  [foto: Paco Pascual]
         MOQ MODERNQUARTET, featuring CARLES LLIDÓ: Moisés,  saxo;  Chus,  guitarra;  Koki, bajo;  Javier, batería;    y Carles, congas.

         Mi cabeza  bullía  por cantidad   de  problemas  pero  aquí  estoy, porque el jazz me está enseñando  a saber estar, a controlar emociones y a disfrutar  de lo que en realidad  me gusta. Hoy quería escapar de mi misma y aquí me he encontrado.

         Ha sido un verdadero  lujo oír por primera  vez las congas y me ha parecido  espectacular como  cada  mano  hacia  una  cosa ....,  hasta  las tocaba con los codos.

         Al inicio  del concierto se ha dicho que hoy sería temas locos y a mí me  daba  la sensación  de estar  en África, pura y dura.  Pienso  en cómo se puede  estar en tantos  sitios a la vez, en como la música  me puede transportar a los cinco continentes sin haber viajado nunca.

         Tiene gracia que cuando  a un tema  le hace algún arreglo,  dicen que lo pasan por una batidora especial.

         Cuando  en  el jazz hay  solos de  algún  instrumento pienso  que tengo que mirar con más admiración y respeto a los músicos que están haciendo  música en la calle y que también están tocando solos.

         Me  gusta   como  chupa   el  saxofonista   la  boquilla,   es  como acariciarla diciéndole  y haciéndole  sentir  que unos segundos  después los dos van a ser uno solo. Ahora está meciendo el saxo como si fuera un bebé. Me transmite ternura.

         El segundo  tema ha sido precioso, es de esos que te hacen soñar tanto  en la tristeza como en el gozo.
       Hoy he visto claro porque los músicos se admiran tanto  unos a otros,  he  comprendido  el  significado  de  la  palabra  conjunto:  están unidos por un halo invisible que les une y los conecta.

         Por  un   momento   el  sonido   de  las   dos   guitarras  ha   sido electrizante   y aunque  parecía  que  cada  una  interpretaba  una  cosa, estaban  completamente fundidas  las dos. El baterista  no ha dejado de tocar un momento,  era único, ¿cómo se pueden  enlazar los diferentes sonidos?  El saxo sonaba  como  si estuviera  andando,  pam,...,pam,..., pam...,  y he sabido de buena mano que esto se logra con respiraciones cortas,  ¡precioso!; al final nos ha engañado con un silencio un poco más largo y cuando hemos comenzado a aplaudir, ha vuelto a empezar para continuar solo un segundo. No lo sé explicar mejor, pero me ha gustado mucho.  Ya en  el colofón  sonaban   las  congas y,  no  solo los  cuatro músicos,  todos  los que estábamos  allí hemos  contenido  la respiración intentando saber  que  nos  decían  aquellos sonidos  que  iban silenciándose poco a poco como sugiriéndonos al oído: ¡sed felices!

         Mi vida aumenta  en positivo cada vez que vengo a vivir el jazz; son casi tres horas donde me siento tal como soy. Me ha gustado una de las frases que se han dicho: "el que no está aquí no lo puede contar".

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