Por
Chelo Payá
(17 marzo 2016)
Enhebrar [foto: Paco Pascual] |
Giuliano
Parisi Trío: piano, contrabajo y batería.
Cada
vez que vengo siento experiencias nuevas, y cada vez más excitantes.
Tengo
una amiga de lectura y de jazz que es..., (no sé colocar el adjetivo porque
me quedaría corta)..., que cuando estamos allí somos una, todo nos parece perfecto. Venimos casi todos los
conciertos y lo que estoy notando es que ya nos estamos convirtiendo en
crónicas.
Hoy
la combinación batería y piano eran nueva para mí en el jazz, y me sentía
extraña con sus sonidos, en cambio del contrabajo, que es el más afín a mis
oídos, me llamaba
la atención su perfección. Mi
preferencia era Julio Fuster, contrabajo, cuando lo tocaba me daba la sensación
que estaba abrazado a él, y cuando no lo
hacía seguía abrazándolo.
El
pianista, Giuliano, nos comentaba sus reflexiones, emociones y todo lo que
sentía al componer: esa soledad, ese querer vivir cada día con ilusión..., y
yo lo comprendía, porque la persona siempre está sola con sus
miedos y temores y solo gracias a la tenacidad salen ideas
preciosas que son plasmadas en el
pentagrama.
De momento
la batería no
es estrepitosa, solo juega
con las escobillas acariciando
por igual los platos que los oídos, y cuando la ha hecho sonar más fuerte, con
sus gestos, parecía que no le quería hacer daño. Jeff, en uno de sus solos, ha
multiplicado sus brazos, era como un pulpo, me ha parecido imposible que lo
hiciera sonar todo a la vez.
El
piano, para mí, es un instrumento de concierto y hoy sus teclas me decían otra
cosa, eran notas sueltas, salían de sus
manos pero era su corazón quien las pulía. Todos los que escuchábamos sabíamos
lo que venía detrás, estábamos inducidos
como el engranaje de un reloj: enlazados
sin poder separarse.
Hoy
se creaba un juego de notas (como la vida misma) muy suave al principio
hasta desembocar en
un clímax donde los tres instrumentos estaban
implicados. Estoy aquí escuchando el
piano y pienso que Mozart estaría muy a
gusto ¡aquí y ahora!
Repito que,
Giuliano, antes de cada
uno de los temas nos describía lo
que él había sentido, y por la
delicadeza de cómo
lo transmitía se desprendía que es una persona muy especial; decía que
cada tema es una experiencia única con el público, cuando éste le contestan con sus aplausos.
Al
término de la primera parte del concierto he oído lo que yo siempre he pensado
que era jazz: música, cada uno por su lado, como si no se conocieran, pero a la
vez todos al unísono.
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