sábado, 21 de octubre de 2017

Quinto día de Jazz



Por Chelo Payá                                                            
(18 febrero 2016)

Cotidianidad [foto: Paco Pascual]
         Dicen que no hay quinto malo. Esta es una expresión implícita en las corridas de toros que yo he acoplado aquí porque mi quinto día ha sido espectacular, actuaban Tributo a Grappelli Trio.

         Hoy era solo cuerda y mi percepción del sitio donde creía encontrarme era la de un campamento zíngaro por su manera de moverse y ese sonido embaucador de alturas y descensos impresionantes.

         La mano del guitarrista no se movía con tanta insistencia como otras veces, hoy más bien todos los dedos eran como una púa que, al moverse, se te metía como una daga en el corazón.

         El contrabajo también era una delicia, no sé cómo hacía sonar esas cuatro cuerdas; a mis ojos les molestaba hasta parpadear porque no querían dejar de mirar sus manos.

         ¡Y ahora el violín! Dicen que quien lo toca a la perfección  es porque ha hecho un pacto con el diablo ya que es su instrumento, y hoy verdaderamente me daba cuenta que, cuando el violinista bajaba del escenario y se mezclaba con los asistentes, era tan sugerente tener el sonido tan cerca del oído que invitaba a recrearse con pensamientos que cuando no se oye rechazas.

         En estos conciertos me he dado cuenta de la diferencia abismal que hay entre unas personas y otras ya que, aun tocando un mismo instrumento, cada una interpreta según su manera de ser, de sus manos, de sus sentimientos, de su fuerza, de su pasión o de su delicadeza; la sensibilidad siempre es comprendida de forma diferente.

         Hoy, cuando la música cesaba un solo segundo, venían a mi mente palabras de amor. El silencio era cadencioso, dulce, suave…

         Ha habido un momento en el que se mezclaban los sonidos de las diferentes cuerdas; quería separarlos y no podía; son esos momentos en que no concibes como se producen esos sonidos y, casi sin pensar, aplaudes. En el jazz hacen falta esos aplausos porque también es música conectada con ellos.

         Por circunstancias hoy he llegado un poco tarde pero solo por oír: “El tiempo pasará”, de Casablanca, ha valido la pena.

         Una anécdota: hoy yo oía una batería que no existía.

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